Recorte de prensa de la época que hablaba sobre Jack El Destripador, asesino en serie del cual se han escrito más libros que de todos los presidentes que EE.UU. ha tenido.
Agencias
LONDRES.- Aunque parezca insólito, Jack "El Destripador" atrae cada noche a cientos de turistas que aún buscan la secuela invisible de sus crímenes en Whitechapel, el barrio de Londres donde el famoso asesino aniquiló sin piedad a sus víctimas.
Ciento veinte años después de aquel otoño de 1888, cuando "El Destripador" perpetró asesinatos horrendos que conmocionaron a la sociedad victoriana, la verdadera identidad del autor de las atrocidades continúa siendo un misterio.
El alias con que ha pasado a la historia el siniestro personaje proviene de una carta enviada a la Agencia Central de Noticias con la firma "Jack, The Ripper" ("Jack, El Destripador") que, según Scotland Yard, resultó ser una broma de mal gusto de un periodista.
La perenne fascinación por el criminal victoriano ha generado ríos de literatura (se han escrito más libros de Jack que sobre todos los presidentes de EEUU juntos) y hasta varias rutas turísticas por los escenarios en los que mutiló a cinco prostitutas.
Esos paseos tras las huellas de "El Destripador", guiados a veces por prestigiosos "ripperólogos", como se conoce a los detectives que investigan los desmanes del mítico asesino, se han convertido en un lucrativo negocio por el que pugnan más de una decena de empresas.
"Es enormemente competitivo. Más de un millón de personas participa cada año en los paseos", asegura Richard Jones, guía de un paseo por el East End londinense del legendario homicida.
Muchas de esas caminatas, que cuestan unas seis libras (7,5 euros, 11 dólares), empiezan en la estación de metro de Tower Hill, como la que ofrece Donald Rumbelow, uno de los más reputados "ripperólogos", quien convoca a los visitantes al anochecer.
Ese punto delimitaba los territorios de Scotland Yard y la Policía de la City (centro financiero de Londres), las dos fuerzas de seguridad cuya eterna rivalidad hizo imposible capturar a Jack.
Seguido de una tropa de turistas con cámaras de fotos en ristre, el experto se adentra en Whitechapel, que en 1888 era un barrio mísero con casi un millón de habitantes que malvivían en sus calles, donde abundaban las tabernas pestilentes y el sexo barato.
"Podías comprar una prostituta por una rebanada de pan", cuenta Rumbelow, encaramado a un banco para que nadie le pierda de vista.
"Todos los asesinatos ocurrieron a primera hora de un viernes, un sábado o un domingo. Además, Jack actuaba con rapidez y tenía conocimientos anatómicos", explica Rumbelow.
Múltiples teorías han apuntado a numerosos sospechosos: desde un barbero polaco llamado Aaron Kosminski hasta el príncipe Alberto Víctor, nieto de la Reina Victoria, o el pintor Walter Sickert.Pero Rumbelow no concede crédito ni a los grandes nombres ni a las grandes teorías".