LONDRES.- El misterioso incendio ocurrido en una mansión de Shropshire, en el oeste de Inglaterra, ha derivado en un caso de asesinato o suicidio: uno de los dos cadáveres hallados en el edificio totalmente destruido pertenece a Jill Foster, la esposa del millonario dueño de la casa, mientras que la hija de 15 años y el marido no han sido hallados aún.
La mujer de 49 años murió a causa de un disparo en la cabeza, ha anunciado la policía tras realizarle la autopsia. El segundo cadáver es el de un hombre adulto, pero no ha sido identificado hasta ahora como el desaparecido empresario Christopher Foster, de 50 años.
Sobre el destino de la hija de ambos, Kirstie, de 15 años, también desaparecida desde el incendio, sigue sin haber novedades. Antes del hallazgo de los cadáveres se había especulado con la posibilidad de que Foster hubiera huido a causa de sus dificultades financieras.
Los investigadores hallaron los cadáveres en el edificio principal de la propiedad. El cadáver carbonizado de la mujer pudo ser identificado a través del análisis de la dentadura. Junto a los dos cadáveres, la policía halló también un perro muerto a disparos y un arma que pertenecía al empresario.
Previamente, los investigadores habían hallado en un establo lindante al edificio los cadáveres carbonizados de tres perros y dos caballos. Los animales también murieron a causa de disparos antes de que estallara el fuego. Además, en el lugar de los hechos se hallaron numerosas balas y casquillos.
La última vez que la familia fue vista con vida fue poco antes del incendio durante una barbacoa con amigos. La mansión señorial en Maesbrook, condado de Shropshire, se quemó completamente. La policía investigó primero por incendio intencionado, pero ahora sospecha de que se trató de un asesinato.
Foster hizo fortuna con materiales aislantes para plataformas petroleras. Pero su empresa, Ulva, fue liquidada el año pasado. Sobre Foster pesaban varios pleitos pendientes, y sus deudas con el fisco alcanzaban un valor cercano al millón de euros.
