MIAMI.- El empresario venezolano Franklin Durán, juzgado en EE.UU. por el “caso del maletín”, portaba una credencial de la Inteligencia Naval de su país cuando fue arrestado por el FBI en 2007, lo que puede perjudicarlo en sus esfuerzos por demostrar que no era agente del Gobierno de Venezuela.
La credencial fue emitida por la Comandancia General de la Armada venezolana el 10 de mayo de 2007 e identificaba a Durán como comisario jefe, según el documento mostrado hoy en el juicio contra el empresario en un tribunal de Miami.
La Fiscalía Federal exhibió la credencial al jurado durante el testimonio de Lawrence Lynn, agente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI).
Lynn integró el equipo de esa agencia gubernamental encargado de arrestar a Durán y sus compatriotas Moisés Maiónica y Carlos Kauffmann, y al uruguayo Rodolfo Wanseele Paciello, en diciembre del año pasado.
Los cuatros están acusados de conspirar y actuar como agentes del Gobierno de Venezuela para ocultar el origen y el destino de un maletín con 800.000 dólares decomisado en Argentina al empresario venezolano-estadounidense Guido Alejandro Antonini Wilson, en agosto de 2007.
Pero la defensa de Durán, el único que se ha declarado inocente, afirma que el empresario solo intentaba ayudar a Antonini, su socio y amigo, y que nunca estuvo involucrado en el “caso del maletín” que causó un escándalo en Argentina y Venezuela.
El dinero presuntamente provenía de la estatal Petróleos de Venezuela S.A (PDVSA) y estaba destinado a la campaña de la actual Presidenta de Argentina, Cristina Fernández, según testigos de la Fiscalía Federal.
Lynn declaró que cuando arrestaron a Durán, este tenía un "maletín" y en el mismo se halló la credencial junto a otros documentos como tarjetas de crédito y dinero.
Uno de los documentos parecía un breve informe de Durán sobre el caso a alguien al que se refiere como “jefe” y en el que indicaba: "Esto fue lo que se consiguió en un principio. Ya enviamos solicitud urgente a la persona que está en Argentina para que nos responda a primera hora de mañana".
Estas pruebas fueron mostradas después de que Carlos Kauffmann, socio de Durán, terminara su testimonio y afirmara que ambos colaboraron con la Disip, el servicio de Inteligencia de Venezuela, para contactar a Antonini Wilson y asegurarse de que este guardaría silencio sobre el origen y destino de los 800.000 dólares.
Kauffmann declaró que su principal preocupación era proteger sus negocios, por lo que trataron de convencer al Gobierno venezolano, en especial al presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, de que ellos no estaban involucrados en el “caso del maletín”.
Contó el miércoles en su primera comparecencia que tenía junto a Durán importantes contratos con el Gobierno de su país en diversos sectores, pero sobre todo en el petrolero mediante su petroquímica Venoco.
El empresario detalló hoy en voz alta que los dos trabajaron en equipo para disipar las dudas que pudieran generar en funcionarios venezolanos de alto rango.
Por lo que él se encargaba de conversar con funcionarios de PDVSA, mientras que Durán sostenía reuniones con Henry Rangel Silva, director de la Disip.
Actuaron de la misma forma para controlar a Antonini Wilson cuando le dieron su “palabra” a Rangel Silva de que lo ayudarían con el venezolano-estadounidense.
Según el acusado, se comprometieron con Rangel Silva a ayudar al Gobierno venezolano para disipar el escándalo."Le dijimos que podía contar con nosotros”, dijo el acusado.
Kauffmann seguía al frente de los contactos con PDVSA, mientras Durán se encargaba de la coordinación legal para que Maiónica, abogado de profesión y acusado en este caso, estableciera contacto con Antonini Wilson en Miami.
El objetivo era convencerlo de que firmara un poder a un letrado argentino, a fin de que pudieran resolver la situación legal en Buenos Aires relacionada con el decomiso del dinero.
Kauffmann, de 37 años, suministró esos detalles después de negarse a responder con un simple sí o un no a una pregunta de Edward Shohat, abogado de Durán, relacionada con ese tema.
En otra ocasión y alzándole la voz a Shohat, explicó que habían situaciones muy complejas que requerían una respuesta más profunda.
El empresario, que no permite que Shohat lo intimide, también en dos oportunidades corrigió al abogado cuando este pronunciaba mal el apellido de algún funcionario de Venezuela o el nombre del aeropuerto internacional de ese país.
Con mucha naturalidad testificó y hasta expresó comentarios que a veces causaron risa entre los miembros del jurado.