CIUDAD DEL VATICANO.- Los monasterios, al abrir sus puertas a las personas comunes, responden a una "exigencia social" porque consienten a los interessados pasar un período de paz absoluta, lejos del estre’s de la vida moderna, afirmó hoy una responsable religiosa.
"¿Cuántas personas hoy en día necesitan un momento de paz verdadera, una palabra de consuelo o un consejo?", se preguntó Sor Enrica Rossana, subsecretaria de la Congregación para los Institutos de vida consagrada.
Es natural, por tanto, que "en la sociedad del ruido, de la prisa, y de las carreras" los monasterios se transformen "de puentes espirituales en casas de acogida gratuita para quien lo necesita", agregó.
Sor Enrica -que es la única mujer subsecretario de una ministerio vaticano- pronunció estas palabras al moderar el congreso "Cien años al servicio de la vida consagrada", organizado por la Congregación para festejar el centenario del nacimiento de este dicasterio vaticano encargado de todos los religiosos y las religiosas del mundo.
Y si por un lado hay una crisis de vocaciones que lleva a cada vez menos personas a elegir definitivamente la vida consagrada, por otra hay cada vez más laicos que van a los monasterios de manera temporal para alejarse del frenesí de la sociedad global, como reflejan los numerosos sitios de Internet dedicados al turismo en los conventos.