BERLÍN.- El Gobierno anunció ayer que deberá esperar hasta fines de enero para dar el toque final a sus planes de guiar a la economía alemana, la más grande de la Unión Europea, a través de la crisis financiera mundial.
“Mientras tanto, hemos acordado hacer nuestra tarea y entonces, hacia finales de enero, decidir qué otras cosas faltan por hacer”, indicó el ministro de Economía, Michael Glos, a los periodistas al concluir una reunión cumbre de ministros, ejecutivos empresariales y líderes sindicales convocados por la canciller Ángela Merkel.
Los participantes conversaron sobre los proyectos de infraestructura encabezados por el gobierno como posibles herramientas para un estímulo económico, pero no alcanzaron acuerdos concretos en lo que Merkel dijo fue la primera de una serie de reuniones.
Antes de comenzar la cumbre, Merkel dijo a los periodistas en sus oficinas de Berlín que exigirá una “responsabilidad colectiva” de cualquier plan nuevo que pueda utilizar su gobierno para evitar una catástrofe económica en 2009.
“Nosotros, como Gobierno, no podemos enmendar solos la economía”, insistió Merkel.
Reiteró que cualquier plan será diseñado únicamente tras la reunión del 5 de enero de ambos partidos que forman el gobierno de coalición.
Cualquier medida acordada por los socialdemócratas y los demócratas cristianos, que ocupan carteras en su gabinete, necesitará igualmente aprobación en el parlamento.
Los detractores alemanes y extranjeros de Merkel sostienen que su respuesta a la crisis económica ha sido demasiado cautelosa.
El profesor estadounidense y columnista Paul Krugman, que el miércoles aceptó el premio Nobel de Economía, se sumó este fin de semana a la lista de detractores en una entrevista otorgada al semanario alemán Der Spiegel.
“Han juzgado mal la severidad de la crisis económica y han perdido un tiempo muy valioso”, dijo Krugman en referencia a Merkel y al ministro de Hacienda Peer Steinbrueck.
Merkel y sus representantes han defendido el actual plan de estímulos económicos del gobierno, que se espera cueste 23.000 millones de euros (31 mil millones de dólares) y genere inversiones de hasta 50.000 millones de euros, como uno de los más sólidos de la Unión Europea.