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A un año de liberación, rescatados en la "Operación Jaque" viven entre la alegría y la ansiedad

El 2 de julio de 2008, las Fuerzas Militares de Colombia le arrebataron a la guerrilla a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt. Ella y los demás cautivos, aún procesan el drama del secuestro.

28 de Junio de 2009 | 05:48 | DPA
BOGOTÁ.- Un año parece todavía muy poco tiempo para que los 15 rehenes que fueron rescatados en la famosa "Operación Jaque" puedan recuperarse de las heridas que dejaron en su mente y espíritu los largos meses de cautiverio en la selva colombiana en manos de la guerrilla de las FARC.

El 2 de julio de 2008 pasó a la historia como uno de los días de más éxito para las Fuerzas Militares de Colombia, que en una arriesgada maniobra le arrebataron al grupo guerrillero su más preciado botín: la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.

La política había sido tomada como rehén el 23 de febrero de 2002 junto con su jefa de campaña Clara Rojas, liberada en enero del año pasado, y desde entonces se convirtió en una especie de símbolo mundial del secuestro.

Doce miembros de un cuerpo de élite del Ejército se prepararon durante semanas para tratar de rescatar a Betancourt, en medio de especulaciones periodísticas acerca de su mal estado de salud y de no pocos desmentidos sobre su supuesta muerte.

Los militares fingieron ser miembros de una organización humanitaria que cambiaría de campamento a Betancourt. Concertaron una cita en medio de la selva y los rehenes fueron entregados. Dos guerrilleros, acusados después por sus jefes de traición, fueron capturados cuando el helicóptero recién alzaba vuelo.

Siete militares, cuatro policías y tres estadounidenses que estaban en el mismo campamento con Betancourt también volvieron a sus hogares tras una operación que durante horas hizo que el mundo volteara los ojos hacia Colombia.

Betancourt, la protagonista mediática de la historia, vivió unos meses agitados tras el rescate. Se entrevistó con reyes, presidentes y ministros, y recibió en España el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia. Incluso, se alcanzó a decir que sonaba como firme candidata al Premio Nobel de Paz.

Cansada de los reflectores y de su exposición ante la prensa, la ex senadora anunció su retiro de la política partidista y comenzó un año sabático para escribir un libro que es esperado con expectativa.

Su vida transcurre entre París y Nueva York, y lo último que se supo de ella es que la demanda de divorcio que presentó en un juzgado de Bogotá sigue avanzando.

Según filtraciones publicadas por la prensa, Betancourt alega que su esposo, el publicista Juan Carlos Lecompte, le fue infiel durante el tiempo en que estuvo secuestrada. En una contrademanda, éste presentó un argumento similar y dijo que algunos libros contienen informaciones que atentan contra su dignidad.

Lecompte se refiere en concreto a "Out of captivity", de los estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves, quienes estuvieron secuestrados junto con Betancourt y fueron rescatados el mismo día.

Los ex rehenes afirman que la ex candidata presidencial tuvo una relación sentimental con el ex senador Luis Eladio Pérez, quien fue liberado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en febrero de 2008.

El primero de los rescatados colombianos en la "Operación Jaque" en publicar un libro fue el capitán del Ejército Raimundo Malagón. El militar, que escribió "Las cadenas de la infamia", afirma que la presión era tanta entre los propios secuestrados que algunos de ellos llegaron a odiarse.

Los militares y policías rescatados fueron sometidos a una inclemente exposición ante la prensa desde el comienzo de su liberación, lo que produjo críticas de psicólogos y psiquiatras.

Varios de ellos admiten hoy que estuvieron "a punto de reventar" y que incluso no recuerdan algunos detalles de esos momentos en que aún vestidos con la ropa que llevaban en la selva y sin asearse tuvieron que conceder una larga conferencia en el palacio presidencial en una transmisión en directo por la televisión.

Cada uno de los liberados afrontó una realidad diferente al retornar al hogar. Muchos no encontraron a padres o hermanos fallecidos y algunos tuvieron que resignarse a la destrucción de su matrimonio.

Y hay un factor común en casi todos: sienten temor cuando están en la calle, pues piensan que los van a volver a secuestrar, y en sus sueños aparecen guerrilleros por todas partes. Es el drama del secuestro y un año no es suficiente para curar el dolor del alma.
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