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Padres de niños "robados" en Haití no se arrepienten de haber entregado a sus hijos

"Si después del juicio los norteamericanos pueden partir de nuevo con los niños, yo voy a estar de acuerdo", dice uno de los progenitores, quien concedió a uno de sus retoños a los 33 misioneros que hoy están encarcelados.

07 de Febrero de 2010 | 10:46 | AFP
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El terremoto en Haití provocó ''la crisis más grave de protección de niños que se haya visto jamás'', aseguró la Unicef.

AFP

CALLEBASSE.- "Yo daría de nuevo a mi hijo. Ansitho merece una vida mejor a la de nosotros", dijo Anchello Cantave, un campesino de Callebasse, un barrio a una hora al este de Puerto Príncipe, donde, como otros padres, entregó a su hijo de cinco años a misioneros de Idaho.

Enterrados en un destino de infortunio, los habitantes de Callebasse recibieron la visita de los 10 misioneros bautistas de Idaho (noroeste de Estados Unidos), dos días después del terremoto del 12 de enero. En este pueblo montañoso se derrumbaron unas 50 casas, la mayoría pertenecía a aquellos padres que aceptaron que alguno de sus hijos partiera con los extranjeros a otro país.

Cantave, de 36 años, está convencido de la buena voluntad de los 10 estadounidenses presos en Haití desde hace una semana e inculpados de "secuestro de menores y asociación criminal", tras haber sido detenidos el 29 de enero con 33 niños en la frontera con República Dominicana sin los permisos regulares.

"Los norteamericanos se llevaron a los niños con el acuerdo de nosotros, los padres", repitió Fritzian Valmont, papá de tres niñas de 11, 8 y 2 años, que tras consultar con su esposa escogieron entregar a "la del medio", reconoció.

"Si (los americanos) hubieran tenido un gran bus que hubiese podido llevarse más niños, muchos más hubieran partido", aseveró el hombre sin muestras de extrañar a Alentina -su hija pequeña-, pero sí con el orgullo de cualquier padre que cree haber hecho algo por el bien de un retoño.

A unos metros de Cantave y Valmont, está sentada Jean Ricia Geffrand, una viuda de 47 años, madre de cinco hijos, ya abuela, y que una vida en la miseria le dio aires de anciana con cataratas en sus dos ojos: "Yo di a mi hija porque no tenía nada para darle", dijo sobre Beline Chewi, su hija de dos años.

"El jueves después del terremoto -que fue el martes de esa semana-, vino Issac, un hombre que vive aquí y nos preguntó que si queríamos que los niños se fueran, iban a estar mejor con ellos", contó en Geffrand, al referirse al hombre que en el barrio identifican como vecino y traductor "de los americanos".

Junto a Geffrand está sentada en un bloque de cemento Saurentha Muran, 25 años, con Magdalenne durmiendo en sus brazos. Al consultarle si está de acuerdo con la entrega de los niños aclara: "Yo también di a uno", se trata de Ansitho, el niño de cinco años que tiene con Cantave.

¿Por qué escogieron a Ansitho para que partiera? "Lo hablamos y le preguntamos a los tres quién deseaba irse a esa escuela en República Dominicana, y él dijo que quería partir", mencionó la madre confesando que lo extraña, y como todos, afirma que no recibieron nada a cambio.

"La única razón por la cual ahora los queremos tener es a causa de los problemas con la prensa", dijo Valmont. "Si después del juicio los norteamericanos pueden partir de nuevo con los niños, yo voy a estar de acuerdo", aseguró Cantave, quien está pensando en visitar a su hijo esta semana en SOS Villages (Aldeas Infantiles), la organización caritativa que está cuidando a los 33 menores, de entre dos meses y 12 años, hasta aclarar este caso.

"Si Ansitho quiere volver, lo recibo, pero quizás no sea lo mejor para él", apunta Muran, su madre, que apenas puede cargar con Magdalenne porque está a un mes del parto de otro niño. "No sé bien cómo es eso", responde cuando es consultada sobre los métodos anticonceptivos, pero aclara: "A mí me gustan los niños".

La mayoría de los habitantes de Callebasse son bautistas, pero afirman desconocer la religión de los misioneros que llegaron a ofrecer buenaventura para sus hijos a cambio de altruismo en nombre de la organización religiosa New Life Children's Refuge (Refugio para la nueva vida de los niños). El lema de este grupo es: "Salvar a los huérfanos abandonados en las calles, hospitales y orfanatos en ruinas".

Pero estas son familias huérfanas de buenaventura en un país sumido en la indigencia, ahora golpeado por un terremoto que provocó "la crisis más grave de protección de niños que se haya visto jamás" en Haití, donde "cerca de 40 por ciento de los haitianos tienen menos de 14 años", denunció la Unicef.