ROMA/LONDRES.- El papa Benedicto XVI ha decidido que el escándalo por los múltiples abusos de niños en la Iglesia católica de Irlanda será una cuestión de Estado para la sede central en Roma. "Indignado y consternado" por los espantosos informes que llegaron desde el norte, el Sumo Pontífice citó a los obispos irlandeses al Vaticano para una reunión extraordinaria.
Las noticias que le llegaron de menores golpeados, humillados y violados en hogares y escuelas de Irlanda exigen la elaboración de "estrategias que eviten cualquier tipo de repetición". Además, el futuro de la Iglesia de Irlanda está en juego.
¿Cómo recuperará la Iglesia irlandesa su autoridad moral si los sacerdotes golpean a los menores indefensos que tienen a su cargo o abusan de ellos, al tiempo que sus superiores ocultan y callan estos "asuntos? Esta es una de las preguntas centrales a tratar en la reunión que tendrá lugar el lunes y martes, en la que participarán la cúpula del Vaticano y la conferencia episcopal de Dublín.
La controvertida actuación de Benedicto XVI en el caso de los hermanos de la orden ultraconservadora San Pío X hace un año dejó claro que el Sumo Pontífice, ante todo, quiere mantener unido a su rebaño. Ahora, Joseph Ratzinger se dedicará con "suma atención" al "valle de lágrimas" irlandés.
Hubo dos informes que sumieron a la Iglesia católica en 2009 en una de sus grandes crisis. El primero, dado a conocer en mayo, dejó al descubierto que entre 1930 y 1990 miles de niños que vivían en hogares irlandeses fueron golpeados, rapados, maltratados con fuego y agua o violados. Llevaban números en lugar de nombres y a veces tenían tanta hambre que debían buscar comida en los botes de basura.
En noviembre, el llamado el informe Murphy mostró cómo la Iglesia hizo caso omiso a estas crueldades de manera sistemática y durante años. Sacerdotes abusaron durante décadas de los menores que estaban bajo su responsabilidad. Los líderes de la Iglesia prefirieron callar por miedo a que se desatara un gran escándalo, mientras las autoridades estatales dieron la espalda a los hechos.
Cuando se difundió la noticia, cuatro obispos presentaron su renuncia al cargo, si bien lo hicieron ante la enorme presión de la opinión pública. Tres renuncias aún deben ser aceptadas por el Papa.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, afirmó hace algunas semanas que Benedicto XVI brindaría a los irlandeses "mucho que reflexionar" y que se expresaría sobre la Iglesia local en una carta pastoral.
En el aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas de hace una semana, el Papa criticó a los miembros de la Iglesia que no respetan los derechos de los menores. La Iglesia "nunca dejará de lamentar y condenar esto", subrayó.
Algunas víctimas irlandesas escribieron en una carta abierta al Papa: "El dolor, la rabia y la frustración de los supervivientes tras la publicación del informe Murphy es enorme."
Benedicto XVI debe admitir el escándalo en toda su dimensión, exigieron las víctimas, en una declaración que los obispos irlandeses tienen previsto hacer llegar al Papa. Algunos de los afectados pidieron también una sanción para la Iglesia irlandesa.
Sin embargo, en el viaje que tiene previsto hacer en septiembre al Reino Unido, Benedicto XVI estará en Inglaterra y también hará escala en Escocia, pero no irá a Dublín.