BEIJING.- Las servicios de emergencia pudieron acceder al pozo donde todavía permanecen 153 mineros atrapados en la inundación de una mina en la provincia norteña de Shanxi ocurrida hace seis días, aunque todavía no lograron establecer contacto visual con los sepultados.
Según informó hoy la agencia oficial Xinhua, un grupo de trece efectivos, que incluye media docena de submarinistas con cámaras subacuáticas, se introdujeron en el pozo inundado para explorar posibles vías de acceso a más profundidad, donde se cree que permanecen los desaparecidos, y preparar una misión de rescate.
Ayer, el subdirector del Buró Geológico provincial del Carbón, Pan Zengwu, anunció que los equipos de emergencia escucharon golpes regulares a tuberías de acero, que procedían de las profundidades del pozo.
Los rescatadores respondieron con más golpes a las tuberías y mediante cables enviaron a las profundidades 300 bolsas de glucosa y otros alimentos.
Cuando izaron los cables, las provisiones habían desaparecido y hallaron enganchada una pieza metálica eléctrica, que se cree que colgaron los supervivientes.
El pasado domingo el pozo de Wangjialing Coal Mine, cercano a la ciudad de Linfen, sufrió un accidente que dejó atrapados a 153 de los 261 obreros que trabajaban en su interior.
Según reveló Jiang Shijie, gerente de la explotación, los trabajadores habían alertado hasta dos veces a los supervisores en la mañana del domingo de las malas condiciones del subsuelo, aunque mineros ilesos aseguraron que llevaban varios días advirtiendo de las malas condiciones.
Los más de tres mil efectivos de rescate han conseguido bajar el nivel de la inundación en 5,3 metros y extraen agua a un ritmo de 2.000 metros cúbicos por hora.
La explotación, de unos 180 kilómetros cuadrados y todavía en construcción, es propiedad de la firma estatal Huajin Coking Coal Co. y se calcula que tiene en sus entrañas más de 2.300 millones de toneladas de carbón.
Las minas chinas son las más peligrosas del mundo debido a la precariedad de sus métodos de seguridad y a la sobreexplotación de muchas de ellas, principalmente en invierno, cuando la demanda de carbón para calefacción sube en todo el país.
Según datos oficiales publicados el pasado mes de enero, en 2009 fallecieron 2.631 trabajadores, lo que supone un descenso del 18,16 por ciento respecto a 2008.