VENTERSDORP.- Las autoridades sudafricanas trataban el lunes de apaciguar los ánimos y de impedir desórdenes tras el asesinato del líder de la ultraderecha blanca, Eugene Terre’Blanche, cuyos partidarios prometieron vengarse.
Un día después de una intervención por televisión del Presidente Jacob Zuma, que llamó a la calma y a la unidad, altos responsables regionales viajaron a Ventersdorp, unos 100 km al oeste de Johannesburgo, donde fue asesinado el líder ultraderechista blanco.
Maureen Modiselle, jefe del gobierno de la Provincia del Noroeste, "está reunido con la familia de Terre’Blanche", declaró a la AFP su portavoz, sin dar más detalles.
Representantes de la oposición también estaban presentes en el lugar, donde fue desplegado un importante dispositivo policial.
Las fuerzas del orden debían permanecer en Ventersdorp al menos hasta el momento de los funerales, previstos en el poblado el próximo el fin de semana, según la prensa local.
Eugene Terre’Blanche, de 69 años, fue muerto a golpes el sábado en su propiedad agrícola.
Dos trabajadores agrícolas, de 15 y 21 años, empleados por Terre’Blanche, que reconocieron haberse disputado con su patrón por salarios adeudados, se entregaron a la policía.
El martes en la mañana comparecerán ante la justicia en el tribunal de Potchefstroom, a una hora de Ventersdorp, indicó a la AFP un responsable local.
Militantes del Movimiento de Resistencia Afrikaner (ASWB), del cual Terre’Blanche era uno de los fundadores, prometieron vengarlo.
Sin embargo, el secretario general de la AWB, André Visagie, llamó a sus miembros a "mantener la calma" en lo inmediato y a esperar una conferencia del movimiento, el 1 de mayo, para decidir el camino a segur.
Algunos temen acciones aisladas de algunos miembros del AWB, conocidos por su estilo paramilitar, sus insignias semejantes al emblema nazi y sus acciones violentas en el pasado.
Para impedir todo desliz, el Presidente Zuma pronunció el domingo en la noche un mensaje televisado a la nación, en el que llamó a los dirigentes políticos del país a "unir sus llamados a la calma".
"Todos debemos dar prueba de responsabilidad en las declaraciones que podamos hacer en este país, país que trabaja duro por la reconciliación", agregó Zuma, en una advertencia dirigida tanto a la extrema derecha como a su propio partido, el Congreso Nacional Africano (ANC).
El ANC fue puesto en el banquillo de los acusados por haber dejado al líder de su organización juvenil, el controvertido Julius Malema, retomar un canto de lucha anti-apartheid que llama a "matar a los boers" (los granjeros blancos).
Esta canción, que dos tribunales acaban de prohibir, provocó una fuerte emoción en ciertas capas de la comunidad blanca que se vieron señaladas por estos llamados a la violencia.
Para tranquilizarlos, el gobierno reaccionó con celeridad: además de su alocución por televisión, Jacob Zuma publicó un comunidado en las horas que siguieron el anuncio del crimen y envió a su ministro de la Policía y al comisario principal junto a la familia.
"Por el momento, el gobierno ha administrado muy bien la situación, y actuó rápidamente para calmar los temores", declaró a la AFP el analista Siphamandla Zondi del Instituto para del diálogo global.
Y agregó: "pienso que el país superará este tempestad, es posible", dijo.