MADRID.- El Presidente de Bolivia, Evo Morales, acusó hoy en Madrid al conservador Partido Popular (PP) de España de haber apoyado un intento de golpe de Estado contra su gobierno en septiembre de 2008, mediante una fundación afín.
Dirigentes del Partido Popular rechazaron la acusación, a la que calificaron de "ofensiva" para España y los españoles.
El mandatario boliviano, quien asiste en Madrid a la Cumbre de la Unión Europea-América Latina y del Caribe, remitió como pruebas de su acusación a publicaciones de prensa. "Está en los periódicos", dijo, sin precisar el nombre de la fundación.
El gobierno de La Paz acusó en su momento a la Fundación Iberoamérica-Europa, cercana al PP, de financiar a los presuntos golpistas.
Según Morales, la oposición conservadora boliviana y un "grupo separatista" de Santa Cruz de la Sierra intentaron derrocarle primero mediante un referéndum revocatorio de su mandato, pero al no conseguirlo alentaron "un golpe de Estado, que felizmente fracasó".
Morales fue ratificado en el referéndum de agosto de 2008 con más del 67 por ciento de los votos.
Agregó que tales hechos todavía se están investigando y que algunos de los instigadores, a quienes no identificó, han huido del país, lo que demostraría que son "delicuentes confesos".
Aclaró, sin embargo, que el "primer conspirador" en el frustrado golpe fue el entonces embajador de Estados Unidos, Philip Goldberg, quien fue declarado "persona no grata" e invitado a abandonar el país en septiembre de 2008.
La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, dijo que las declaraciones del presidente Morales son "un ejemplo más de los aliados internacionales que ha tenido y que tiene, lamentablemente" el Gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero, de "unos aliados y unos gobernantes que vienen a España a insultar a los españoles".
Por su parte, el secretario de Relaciones Internacionales del PP, Jorge Moragas, calificó las declaciones de Morales de "absolutamente falsas y ligeras" y una "ofensa inaceptable para España y para millones de españoles".
Según Morales, la derecha boliviana, a la que describió como "neoliberal" y "vendepatria", está actualmente "sepultada", aunque ha logrado "infiltrarse" en algunos movimientos sociales.
A estos supuestos infiltrados atribuyó la reciente agitación social que sacudió a Bolivia con "reivindicaciones inalcanzables".
Morales aludió a las protestas sindicales por un mayor aumento salarial y a los enfrentamientos con las fuerzas del orden en algunas regiones del país, como Caravani, al norte de La Paz, con varios muertos y heridos como saldo.
Asimismo, acusó a los dirigentes sindicales que promovieron a principios de mayo una huelga general de intentar sacarlo del gobierno. "Ellos no piensan en la patria, sólo piensan en la plata", señaló.
Morales reiteró que su gobierno y su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), están impulsando una "revolución democrática" y un "proceso de liberación social, cultural y económica".
En este sentido, defendió la nacionalización de los recursos naturales, como el petróleo y el gas, y de los servicios básicos. "Queremos socios, no dueños", dijo, al afirmar que su gobierno respeta la inversión privada y la propiedad privada.
En relación con el recorte de la ayuda al desarrollo anunciado la semana pasada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Morales dijo que la ayuda externa "es importante, pero no decisiva" para Bolivia.
"Es más importante para nosotros que el mundo nos compre gas y petróleo, o que los precios del gas no bajen", subrayó.