Fotografía facilitada por Greenpeace que muestra las tareas de limpiezas tras la llegada del crudo a las playas de Port Fourchon, Luisiana.
EFE
WASHINGTON.- Una profunda preocupación se adueña de los estadounidenses tras el fracaso de la operación "Top kill" de British Petroleum (BP) para sellar la fuga de combustible en el golfo de México, y muchos temen que el peor vertido de la historia del país pueda continuar por lo menos hasta agosto.
"Lamento tener que decir que tengo el corazón roto", afirmaba el congresista Charlie Melancon a la CNN en el día 40 después del desastre. "Mi mayor miedo es una catástrofe medioambiental", añadió.
Por su parte, el senador David Witter calificaba el fracaso de BP de "provocación". Por orden de la almirante Mary Landry, de la Guardia Costera, BP tuvo que abandonar su operación tres días después de iniciarla. La petrolera británica intentó en vano sellar las fugas de petróleo y gas inyectando una masa de barro, cemento, trozos de plástico, pelotas de golf y sogas anudadas.
"Top kill" fracasó al no poder "superar la presión de la fuga", afirmó el jefe de operaciones de BP, Doug Shuttles. "Realizamos numerosos intentos", admitió.
El próximo intento también será "difícil" y tomará varios días. Se trata de colocar una tapa LMRP ("lower marine riser package"). Esto es una variación de los esfuerzos realizados para colocar una cúpula de acero sobre el pozo y conectar mangueras a través de las cuales el crudo es llevado a un barco en superficie.
Los ingenieros dirigirán robots al fondo del mar para cambiar una pieza dañada y cubrirla con una cúpula de contención nueva, más pequeña. Según BP, este nuevo intento podría ponerse en marcha en cuatro o siete días.
"No se trata de un sellado mecánico, pero será capaz de atrapar más petróleo", dijo Shuttles respecto a este nuevo intento de frenar el vertido.
En una decisión que intenta demostrar quién lleva las riendas en este caso que amenaza con arrastrar consecuencias políticas, el presidente Barack Obama dio orden de finalizar la operación "Top kill" después de consultar con varios secretarios de Estado de su gabinete implicados en la operación.
Obama señaló que de "mutuo acuerdo" decidieron que había una "gran posibilidad" de que la operación fracasara. Respecto a la próxima operación que se pretende intentar, el presidente de Estados Unidos advirtió de sus "riesgos" ya que "nunca se intentó antes a esa profundidad" (1.500 metros).
"Por eso no se activará hasta que se hayan agotado otras posibilidades", aseguró.
El gobierno local y responsables de la industria de la zona del Golfo de México observan con alarma creciente cómo la marea negra afecta ya a 160 kilómetros de la costa de Luisiana y cómo alcanzó a 12 hectáreas de sus frágiles humedales.
Ambas partes solicitaron más ayuda de Obama y del gobierno federal para colocar barreras después de que BP, responsable legal de las operaciones de limpieza, se declarara incapaz de paralizar el vertido.
Fuentes oficiales estadounidenses evaluaron la fuga de crudo diaria en más de 20.000 barriles frente a los 5.000 admitidos por BP hasta el momento, convirtiendo el hundimiento de la plataforma de extracción "Deep Horizon", en el que murieron 11 trabajadores, en el mayor vertido de la historia del país, muy por encima del desastre del petrolero "Exxon Valdez" en Alaska en 1989.
Cientos de pelícanos y otras variedades de pájaros se vieron afectados por la marea negra en plena época de anidación. Los frágiles humedales de la zona, vivero de muchas de las especies marinas del golfo de México, se están secando. Y el 25 por ciento de las aguas de pesca de la región fueron cerradas por la polución.