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Peruana dice que estuvo esposada 45 días a su cama en cárcel de Bolivia

Ante la acusación, dada a conocer por el diario "Página Siete", se instruyó un sumario interno para establecer responsabilidades.

21 de Julio de 2010 | 17:02 | EFE

LA PAZ.- Las autoridades bolivianas investigan la denuncia de una reclusa peruana en una prisión de La Paz que asegura que sufrió torturas, fue esposada durante 45 días a la cama de su celda y obligada a dormir mojada.


El jefe departamental de Régimen Penitenciario de La Paz, Elaquías Valeriano, dijo que conoció la acusación por un informe del diario "Página Siete" y en respuesta instruyó una investigación para contar con información oficial sobre el caso.


"Una vez que tenga elementos de convicción, si hay responsables se los va a sancionar conforme a la ley y se van tomar las sanciones que correspondan de manera inmediata, pero siempre y cuando se remitan los informes por conductos regulares", dijo Valeriano.


Según el diario, la peruana Mildreda Espinoza fue aislada y sujetada con manillas a su cama desde el pasado 6 de junio, tras ser acusada de intentar huir del Centro de Orientación Femenina, la cárcel para mujeres de La Paz.


Espinoza denunció en una carta dirigida a un fiscal que, además de haber sido golpeada con patadas en el cuerpo y en el estómago, fue bañada con agua fría y le quitaron su dinero y sus botas.


El Defensor del Pueblo, una asesora del consulado del Perú y una psicóloga de la prisión confirmaron que estuvo esposada y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos dijo que el haberla mantenido tantos días en esa situación puede considerarse tortura.


El Defensor del Pueblo, Rolando Villena, señaló al diario que la jefa de seguridad del penal, cuyo nombre no fue proporcionado, informó que Espinoza fue "enmanillada por prescripción de la psicóloga debido que se encontraba en un estado de depresión muy grave y se sospechaba que podía suicidarse".


Según el matutino, hasta el martes, la reclusa, cuya familia se encuentra en Perú, completó 45 días esposada a su cama, aunque, al parecer, las guardias le sacaban las manillas por algunas horas.