La mala situación económica de Estados Unidos podría afectar en las elecciones de noviembre
El MercurioWASHINGTON.- Ni siquiera el banco emisor más poderoso del mundo puede ya esconder su frustración: en un foro de la prestigiosa universidad de Princeton, donde una vez fuera profesor, el presidente de la reserva federal estadounidense, Ben Bernanke, habló de las sombrías perpectivas para la economía estadounidense. En ningún caso la recuperación ha llegado a un punto "que sea capaz de reducir con eficiencia el alto nivel de desempleo".
Randall W. Forsyth, prestigioso columnista estadounidense especializado en economía comparó el tibio impulso con las estaciones del año casi de forma poética: "En esta recuperación nos encontramos aún en febrero, hemos pasado el punto más profundo, pero el sol aún está bajo. Quizá brille, pero aún no da calor".
De ahí que no sorprenda que los demócratas del presidente Barack Obama se enfrenten al rechazo de los ciudadanos desilusionados en las elecciones de medio término al Congreso estadounidense el próximo 2 de noviembre.
No son pocos quienes esperan que el partido del gobierno pierda al menos su mayoría en la Cámara de Representantes, lo que recortaría considerablemente el margen político de Obama.
Para llevar a cabo grandes programas coyunturales falta dinero, en vista de la ahora gigante montaña de deuda estadounidense; en lugar de eso, Obama va de gira por el país y explica en jardines de familias de clase media la poca satisfactoria situación de la coyuntura del país.
En estos momentos, Bernanke estimula al banco central dispuesto a apresurarse para ayudar a la economía con una nueva maniobra de política monetaria. "Un relajamiento cuantitativo" llaman los economistas a la jugada que consiste en que el banco emisor compre bonos estatales a largo plazo para presionar así los intereses vinculados a los mismos, con el objetivo de incentivar los créditos a largo plazo, por ejemplo para la compra de viviendas.
Sería una estrategia alternativa a la de modificación de los tipos de interés, que el Sistema de reserva federal (FED) ya no puede utilizar después de que las tasas estén ya próximas al cero. Pero también los intereses a largo plazo llevan un tiempo por los suelos. Todos los ojos se dirigen ahora a la próxima sesión del comité de mercado abierto de la Fed tras las elecciones.
En medio de un ánimo negativo en el país, los indicadores económicos siguen siendo bajos desde hace tiempo: la confianza de los consumidores cayó en septiembre a su valor más bajo en siete meses, un dato nada esperanzador si se tiene en cuenta que el consumo privado sigue suponiendo el 70 por ciento del rendimiento económico estadounidense.
Mientras muchos ven en el segundo trimestre sólo un episodio, los expertos de Goldman Sachs no esperan mejora en el tercero, pronosticando un crecimiento de un 1,5 por ciento anualizado. Sólo si los almacenes se llenaran más rápido de lo previsto de bienes producidos podría haber una sorpresa, pero ni siquiera estaría garantizado un aumento sostenible del crecimiento estadounidense, opina Ed McKelvey.
Sin embargo, los mercados de acciones estadounidenses podrían difundir un poco de optimismo: en septiembre registraron los beneficios más fuertes en 71 años. Y según una regla, los mercados de acciones adelantan el desarrollo de la economía real en alrededor de medio año. También podría ayudar ahora la debilidad del dólar, que impulsaría las exportaciones estadounidenses. Pero nadie espera en Estados Unidos un gran impulso coyuntural al menos hasta comienzos del próximo año. Narayana Kocherlakota, presidente de la filial de la Fed en Minneapolis (Minnesota), corrigió ya sus perspectivas de crecimiento para 2011 a la baja: de un 3 a un 2,5 por ciento.