HERAT.- Devastado por la guerra y el narcotráfico, Afganistán intenta poner en marcha nuevos programas de cultivos agrícolas alternativos que puedan desenganchar al país de su adicción al opio.
Abdul Jaliq Stanikzai, director en la provincia de Herat de la ONG Organización para el Desarrollo Sanayee (SDO), asegura que el manejo de filamentos rojos y amarillos que tiene en la palma de su mano podría curar a Afganistán de su adicción al opio.
En la provincia de Herat (centro-oeste, junto a la frontera iraní, las flores violetas de la planta del azafrán sustituyen poco a poco a los campos de amapolas productores de opio.
Los beneficios del azafrán son a largo plazo y se debe convencer a los agricultores de su reconversión.
"El azafrán requiere confianza y paciencia porque (...) no es hasta el cuarto año que la planta da su máximo de producción y beneficio para los agricultores", explica Stanikzai.
Lo mismo ocurre con otros cultivos (como almendras, uvas, granadas o trigo) que se ofrecen como alternativas al 85% de la población afgana que vive de la tierra.
Afganistán es uno de los países más pobres del planeta, pero es, a la vez, el mayor productor de opio, la base de la heroína, aportando el 90% de la producción mundial.
Apoyados por las bandas de narcotraficantes, que a su vez subcontratan la seguridad a los talibanes, los cultivadores de opio cuentan con ingresos garantizados.
La industria del opio supone unos 3.000 millones de dólares anuales, una parte de los cuales se destina a apoyar la insurgencia talibán.
Como apoyo a su ofensiva militar contra los insurgentes, Estados Unidos y Gran Bretaña, destinan miles de millones de dólares en programas de desarrollo agrícolas.
Esto posibilitó que la producción de opio se redujera en 2010 un 50% con respecto a un año antes, según la Oficina de Drogas y Crimen de la ONU (UNODC): Pero esta reducción de la producción provocó un aumento del 164% del precio del opio, a unos 169 dólares el kilo.
La ONU reconoce que la zona de producción de opio sigue siendo estable, lo que mostraría el fracaso de los esfuerzos para convencer a los productores de cambiar de cultivos.
El gobierno afgano, sin embargo, trata de jugar la carta de la mayor rentabilidad de los nuevos cultivos. Según Stanikzai, el kilo de opio se pagaba al agricultor a 95 dólares a principios de este año, mientras que el kilo de azafrán alcanza los 2.000 dólares en la venta al por mayor y cinco veces más en la venta al detalle.
"Cada día, más y más agricultores se interesan por el cultivo de azafrán", asegura el portavoz del ministerio de agricultura, Abdul Majeed Qarar, quien añade que un productor puede ganar de 3.000 a 5.000 dólares por hectárea cultivada de opio, mientras que los ingresos del azafrán pueden alcanzar los 30.000 dólares por hectárea.
Afganistán es aún un pequeño productor de azafrán en comparación con los tradicionales Irán, Italia, España, India, Grecia, Azerbaiyán y Marruecos, pero, según Qarar, el azafrán afgano ya ha encontrado un hueco en los mercados del Golfo e India.
Con la ayuda de Estados Unidos, Francia y Holanda, agricultores de todo el país viajan a Herat para conocer las bondades del azafrán.
El gobierno afgano es consciente, no obstante, que sin infraestructuras de procesado, almacenamiento, transporte y distribución, todos los esfuerzos quedaran en nada.