BUENOS AIRES.- El ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti afirmó hoy que José "Pepe" Mujica, actual jefe de Estado de su país, "no puede" opinar sobre la política de otro país, como lo hizo recientemente respecto de la Argentina.
Mujica "habla de todo, todos los días, lo cual tiene ventajas y tiene inconvenientes. Cuando uno habla mucho, se pone en muchos líos", sostuvo el ex mandatario (1985-1990, 1995-2000), al hablar en el marco del seminario "Crisis mundial: antes, ahora y después" que comenzó hoy en un hotel del barrio porteño de Recoleta.
En referencia a Mujica, Sanguinetti sostuvo que quien "está ejerciendo el poder siempre tiene las inhibiciones de que no puede participar ni de la interna ni de la política de los demás".
Sin embargo, ex presidente coincidió con los dichos del actual mandatario, que calificó como "increíble" que dirigentes opositores se vean impedidos de participar de las exequias de un ex presidente, tal como sucedió en la Argentina con el reciente velatorio de Néstor Kirchner (2003-2007).
El ex mandatario uruguayo admitió que "no es lo normal" que eso pase en su país pero sostuvo que Mujica, por estar en ejercicio de la presidencia, "no puede" opinar.
"En perspectiva, la Argentina ha mostrado históricamente esa situación de quiebre. Viene de una nueva situación y de algún modo trata de borrar los diez años anteriores. Es algo de muchos años", dijo el ex mandatario, en coincidencia con Mujica.
"Ese velorio fue increíble. Ahora, ven, ése es un país cortado en dos. Que le prohíban a integrantes del gobierno ir al velorio es muy fuerte", había dicho el presidente uruguayo en declaraciones a un semanario de su país, al referirse a las exequias de Kirchner, a las que no asistieron el ex presidente Eduardo Duhalde y el actual vicepresidente Julio Cobos, enfrentados políticamente con el actual gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
"Sin cuestionar a la Argentina, en Uruguay se cultiva otro estilo en cuanto a tratar de contemporizar", señaló Sanguinetti, a la vez que admitió que en ambos países se ejerce "una política mucho más crispada, más cíclica, más cortada, a diferencia de Brasil, que desde los tiempos del imperio tiene una política de mucha continuidad".