Infantes de marina de EE.UU. embarcan piezas de artillería en un buque de desembarco en Okinawa.
AP
TOKIO.- Japón y Estados Unidos anunciaron conjuntamente este viernes la retirada de 9.000 infantes de marina (marines) de la isla de Okinawa, donde la presencia militar estadounidense es cada vez menos aceptada por la población.
Los uniformados "serán trasladados a otro destino, fuera de Japón", indica un comunicado publicado en Tokio.
El repliegue se realizará en dirección a las islas estadounidenses de Guam y Hawai, así como hacia Australia.
Mientras tanto, no hay progresos sobre la polémica cuestión de la reubicación de la base aérea de Futenma hacia una bahía protegida de la isla, posibilidad que es rechazada por gran parte de la población local.
El ministro japonés de Relaciones Exteriores, Koichiro Gembam declaró que estas decisiones anunciadas el viernes eran necesarias para reflejar una realidad regional en pleno cambio, que tiene como marco el crecimiento del poderío chino.
"Los cambios en el ámbito de la seguridad no nos esperarán. Japón y Estados Unidos deben asumir sus responsabilidades, jugar su papel y aplicar los planes rápidamente", señaló.
Repliegue estratégico
La decisión forma parte de una estrategia global de repliegue del contigente estadounidense en Asia, que se vincula con un aumento paralelo de la cooperación militar con Australia, Filipinas y Singapur.
La importante presencia militar estadounidense en la isla de Okinawa, cuya posición estratégica en relación con China, Taiwán y Corea la convierten en una pieza importante de la presencia militar global de EE.UU., genera constantes roces con la población local.
Varios incidentes en los que soldados extranjeros han abusado sexualmente de adolescentes han derivado en reiteradas peticiones para la evacuación de las tropas. En uno de los hechos más graves, ocurrido en 2008, un sargento de 38 años fue arrestado por acusaciones de haber violado a una niña de 14 años. En 1995, tres mecánicos cometieron abusos contra una menor de apenas 12 años.
Los habitantes de la isla, situada al sur de Japón, también protestan contra el ruido, la contaminación y los accidentes aéreos -cerca de 500 desde 1972- relacionados con la actividad militar estadounidense.