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¡¡Pohlhammer está más vivo que nunca!!

El poeta "que se cambió a La Serena" (por una publicidad estática) remeció el set de "Chile Tu Day", al referirse graciosamente a todo lo que le preguntaran. No se salvó Caprile, ni la ministra de Educación, menos el Estado por la cultura y el deporte. Pohlhammer está de vuelta en la TV.

25 de Septiembre de 2000 | 17:59 | Marcelo Cabello, El Mercurio Electrónico
SANTIAGO.- Fue una jornada memorable la de del domingo pasado en Chile Tu Day, el solitario e irreverente programa de la conservadora parrilla de Megavisión. Plagada de monumentales chascarros, liderados por Nicolás Larraín; los labios y buen humor -algo cándido- de Mónica Aguirre y el desparpajo del desaparecido poeta Erick Pohlhammer.

Quienes se quedaron cautivados por las piernas de una argentina, más largas que la ruta a Los Vilos, o con algo de voyeur quisieron ver la parodia, porque no fue otra cosa, de Miguelo del papel cinematográfico de Bosé en Tacones lejanos, se perdieron uno de los momentos más sublimes del canal de Ricardo Claro.

No podía ser de otra manera. El Larraín más hablador decide "mojarse el potito" con un dato, desde Miami, sin corroboración: que la Margot Kahl habría cobrado ocho millones de pesos por un acto de beneficencia.

Unos minutos al aire y surge el llamado de Benito Baranda, del Hogar de Cristo, aclarando que la conductora del matinal de TVN hizo su labor gratuitamente. Ok, dice Nicolás, quien alguna vez trabajó en el mismo espacio de la "dama de Chile".

Trío del programa Chile Tu Day.No obstante falta el plato fuerte: Kahl llama y envía, sin esperar respuesta, una andanada de críticas hacia el bocón conductor. "Mentira" fue lo más liviano y lo encaró a dar el nombre de su fuente. Nicolás se disculpó muy mal, arguyendo que era un "juego", mientras su hermano Fernando le recordaba la tremenda "cagada" que se había pegado.

Igual, digamos, que la reacción de Kahl fue sobredimensionada. Nunca quedó claro si cobró por otras actividades en Estados Unidos. Da lo mismo, la noche, y las estrellas, por cierto, estaban reservadas para el intelectual sin apariencia de esto, el mismo que alguna vez transmitió conocimientos desde el programa ¿Cuánto vale el show?.

Apareció Pohlhammer en el set, de jeans, camisa, pañuelo al cuello, un vaso de agua y una verborrea maravillosa ¡Hay que cambiarse a La Serena!, si consideramos que este maestro de castellano se fue al norte un año cuando vio un letrero con ese emblema en una calle de Santiago, tema que escribió en su columna dominical del diario "El Metropolitano".

Despotricó hacia todos lados y distintos seres, reconociendo que el país requiere una terapia sicológica, si consideramos dos tópicos vertidos:

Premio Nacional de Literatura. Criticó no la obra de Raúl Zurita, que es mayor que la de Delia Dominguez, pero el método quedó en deuda, al rememorar que el fallo lo dirimió la ministra de Educación. "Ella misma dijo que era lego en poesía, y que se premiaba a Zurita por hacer talleres, si es por eso, que me premien a mi y a muchos más", reclamó irónicamente.

De todos modos, argumentó, casi filológicamente, que Zurita con barba es un "poetazo" y sin barba es "ba-zurita". Lo dicen en la calle, se defendió, aunque siempre firmó todos sus comentarios.

¿Cuánto vale el show?. Se acordó de su paso por la TV, y lamentó que Leo Caprile, alguna vez animador del espacio, haya "chabacanizado" la tarde. Vulgaridad extrema, la ciudad lo corrompió, más terrible siendo porteño, arguyó. Del programa, recordó a Italo Pasalacqua, y planteó lo extraño de los obreros de la construcción que, al verlo, lo primero que le consultan siempre es si "a Pasalacqua se le quema el arroz".

Y reflexionó el porqué la gente pregunta algo que es obvio, no por el doble sentido (si es o no homosexual), sino porque, gastronómicamente, siempre hay algunos granos que se queman en la sartén, por más que uno ponga atención. "Mientras se cuecen, algunos granos se queman", apoyó Felipe Izquierdo.

Nicolás, algo mudo por el bochorno con Margot, dijo que nunca había cocinado arroz, sólo huevo. "¿Y se te ha quemado alguna vez un huevo?", inquirió el poeta, a ese minuto, dueño del show y la distensión. Las risas estaban hasta en los camarógrafos y, sin duda, que el rating había subido en Megavisión.

Al final, los puntos del people meter que Margot dijo que Nicolás buscaba levantando la polémica por las platas de beneficencia, terminaron en el rostro y personalidad de un señor llamado Erick Pohlhammer que demostró que bellezas rubias, nulo juicio para estar bien con todos y poco humor en ambiente farandulero no aseguran importantes ingresos por auspicios. Menos fidelidad del televidente.

Bien por Pohlhammer que terminó invitando a un taller de poesía turística, al constatar la débil política estatal en materia cultural y deportiva ("los alumnos salen al recreo sólo a pichanguear"). Quien sabe si ya están los ejecutivos de Megavisión estudiando un espacio o sección para el poeta en Chile Tu Day. Se lo tiene ganado, lejos.
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