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Filarmónica presenta obras latinoamericanas

Composiciones del mexicano Silvestre Revueltas, el chileno Enrique Soro y el argentino Alberto Ginastera, además del segundo concierto para piano de Brahms, incluye el programa que se presenta a partir del sábado 28.

27 de Junio de 2003 | 13:13 | El Mercurio en Internet
SANTIAGO.- Composiciones del mexicano Silvestre Revueltas, del argentino Alberto Ginastera y del chileno Enrique Soro, integran el sexto concierto de la Temporada 2003 del Teatro Municipal. Además se interpretará el Concierto para piano Nº 2 de Johannes Brahms.

La Orquesta Filarmónica de Santiago será dirigida por su títular, Maximiano Valdés. El destacado pianista mexicano Jorge Federico Osorio será el solista en la monumental obra brahmsiana.

Las funciones se realizarán el sábado 28 (exclusivo para estudiantes, 18 hrs.), el lunes 30 de junio y el martes 1 de julio (ambos a las 19 hrs.). Las entradas ya están a la venta y con valores que comienza en $1.500 para público general y $1.000 para estudiantes.

El atractivo programa aunará el vigor rítmico de la música de latinoamérica y la tradición de Brahms. A su Concierto para piano N° 2, se unirán Sensemayá (Canto para matar una serpiente), de Silvestre Revueltas; Aires chilenos de Enrique Soro y la suite del ballet Estancias, de Alberto Ginastera.

Maximiano Valdés acota acerca de la selección del programa: “La idea es traer la mejor música posible y naturalmente traer la música que contenga elementos culturales más cercanos a nosotros. Mi preocupación para la temporada que sigue, es contar con la presencia de más autores latinos y, sobre todo, chilenos. Creo que es importante que recuperemos nuestro pasado cercano, el que ha sido relevante en la historia de la composición de música nacional. Me parece que eso va a empezar a quebrar algunos tabúes, como por ejemplo que la música de Sudamérica es de menor calidad. Quiero demostrar lo contrario y acercar el Teatro a un público que se siente fundamentalmente chileno y que ve en esta música algo que le es más familiar”.

Respecto a la incorporación de Brahms, el director explica que se incluyó porque es la pieza más simbólica del repertorio de Claudio Arrau, a quien está dedicada la temporada al cumplirse 100 años de su natalicio: “El segundo concierto para piano de J. Brahms y el quinto de Beethoven son las obras pianísticas más representativas de la carrera Claudio Arrau”.

La interpretación del Concierto para piano Nº2 estará a cargo del mexicano Jorge Federico Osorio, quien recientemente grabó esta obra bajo la dirección del maestro Valdés. Osorio, ha sido solista con algunas de las más importantes orquestas de todo el mundo. Además, dedica parte de su tiempo a diversos ámbitos de la música de cámara, principalmente a través del trío que forma con la violinista Mayumi Fujikawa y el violoncellista Richard Markson.

El programa

Sensemayá, uno de los más conocidos poemas del mulato Nicolás Guillén inspiró una de las más notables obras musicales de América Latina, creada por el mexicano Silvestre Revueltas (1899-1940). Se trata de su obra más acabada y maestra, fascinado por este canto ritual para matar una culebra. La magia hipnótica de Guillén se potencia en las estructuras rítmicas de Revueltas.

El compositor y director de orquesta mexicano Silvestre Revueltas es considerado, a pesar de su muerte prematura, una de las figuras más destacadas del panorama musical contemporáneo de su país. Nació en Santiago Papasquiaro, en 1899 y dedicó los primeros años de su carrera al mundo del concierto como violinista y director de orquesta, y más tarde se centró en la composición. Su estilo es directo y en su música utiliza ritmos e instrumentos populares que reflejan muchas veces las tradiciones folklóricas mexicanas.

Tres aires chilenos, de Enrique Soro (1884-1954), fue estrenado bajo la batuta de su creador en 1942. Se trata de una obra que muestra una faceta poco frecuente en Soro: su utilización de ritmos provenientes del folklore criollo. La partitura no goza de especial predilección entre los musicólogos, varios de quienes la han criticado con duras palabras. Sin embargo, el público ha opinado de diferente manera y nunca ha dejado de brindar un caluroso aplauso a esta muestra de nacionalismo en un compositor que se encuentra entre sus favoritos.

Proveniente de una de las familias más antiguas de Concepción, Enrique Soro Barriga encabezó al notable grupo de pioneros que renovó el panorama musical en Chile, junto a Alfonso Leng, Acario Cotapos, Pedro Humberto Allende y Próspero Bisquertt.

El ballet Estancias, del argentino Alberto Ginastera (1916-1983), fue compuesto en 1941, sin embargo no se presentó como tal hasta 1952. La Suite, de cuatro movimientos, fue estrenada en el Teatro Colón en 1941. La temática del ballet toca en todas las facetas vitales a la estancia o hacienda argentina. Basado en el poema épico Martín Fierro, la inspiración musical de la obra se relaciona directamente con la vida de los gauchos trasandinos y de la pampa.

Su música es esencialmente tradicionalista. Una ecléctica síntesis de técnicas de varias escuelas musicales es evidente en su composición más famosa, la ópera Bomarzo. Ginastera se hizo famoso como un compositor de fuerte sentimiento nacionalista, a pesar de tener influencias de la música internacional, que se producía en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Johannes Brahms (1833-1897) tuvo una gran oportunidad en 1881. El célebre director Hans von Bülow, cayó bajo el hechizo de su música y puso a su disposición la Orquesta de Meiningen, no sólo para presentaciones, sino como laboratorio de pruebas para obras en proceso de creación. En ese momento, Brahms estaba trabajando en el Segundo Concierto para piano que le tomó tres años, 1887 a 1891, aunque intercalando otras piezas. Von Bülow y los músicos de Meningen ejecutaron la premiere en Zürich, con el autor al piano, el 27 de noviembre de 1881. Unos días antes, el 9 del mismo mes, debutó en Budapest, conduciendo Alexander Erkel y Brahms como solista.

Concierto controvertido, ha sido incluso llamado “concierto-sinfonía” debido a su scherzo y a su falta de cadenzas. Sin embargo, está basado en los conceptos de concierto en toda su extensión. La idea de diálogo, establecida al comienzo con el piano respondiendo al corno francés, constituye la esencia tanto del concierto clásico como del romántico. La orquestación también se adapta perfectamente a las normas del concierto y la escritura para el piano es brillante y variada; solista y orquesta están en pie de igualdad. El resultado es un diálogo equilibrado entre pares.
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