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Festival Brahms en el Teatro Municipal (21/3/1997)

03 de Octubre de 2003 | 11:00 |
Federico Heinlein

21/3/1997

Por doquier están organizándose homenajes conmemorativos para el centenario del fallecimiento de Johannes Brahms. Entre nosotros fue conspicuo el concierto que ofreció en el Teatro Municipal la Orquesta Filarmónica de Santiago, dirigida por su maestro titular. Encabezó el programa la obertura “Festival Académico”, que Brahms dedicó a la Universidad de Breslau para agradecer el otorgamiento del título de doctor honoris causa.
Cuatro canciones populares estudiantiles transfiguran e iluminan la adustez habitual del compositor, quien aquí se muestra bastante campechano. Veltri y la Filarmónica supieron hallar un buen equilibrio entre compostura y humor, sacándole lustre al Gaudeamos igitur.

Dos años anterior es el Concierto para violín y orquesta que Brahms escribió a instancias del amigo Joseph Joachim (muchas de sus propuestas de mejoramiento de la parte solista fueron incorporadas a la versión final).

Opinamos que, si Michelangelo Veltri aportó la necesaria energía y corporeidad al estilo de la obra, el galo Raphael Oleg por excelente violinista que fuera en varios momentos careció de la enjundia y el volumen sonoro indispensables.

¡Cómo habríamos gozado su arte en un Concierto de Wieniawski o de Vieuxtemps! La dulzura, el fino lusingando de Oleg pudieron apreciarse, sobre todo, en la eufonía del Adagio. Lució especial delicadeza, elegancia y buen gusto durante la “Gavotte en Rondeau”, de una Suite de Bach: trozo agregado en respuesta a las ovaciones del público.

Plenitud esplendorosa caracterizó la entrega del opus 68 bajo la batuta del maestro titular. Recién a los 43 años Brahms se decidió a publicar este producto de extensas y esforzadas luchas con el género sinfónico.

Lleno de savia surgió el Andante inicial, coronado por el solo del concertino Jaime Mansilla. Clarinetes y oboes destacaron en el Allegretto.

Constituyó un logro particular de Veltri la fusión de timbres y unidad orgánica obtenidas en el difícil comienzo del Adagio de la última parte. El vuelo del raudo alla breve de la conclusión tuvo un arrastre singular y fue premiado con fervorosas muestras de aprobación.
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