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Simplemente perfecto (12/9/2003)

03 de Octubre de 2003 | 10:06 |
Simplemente perfecto


Víctor M. Mandujano

12/9/2003

Aunque parezca un lugar común, el solo hecho de que vinieran de Praga, una ciudad que ama profundamente la música y donde las melodías brotan en cada esquina, era un certificado de excelencia. Y fue así, porque el debut que ofreció el Trío Guarneri la noche del miércoles en el Teatro Oriente fue un verdadero regalo musical. Con una compenetración que engalanó las dos obras ofrecidas y una técnica y musicalidad a toda prueba, el trío integrado por Iván Klansky (piano), Cenik Pavlik (cello) y Marek Jerie (violín), respiró como un solo cuerpo, cuidando los difíciles matices y equilibrios al punto de hacer del Trío Nº 6 en Si bemol mayor Op 97 Archiduke, de Beethoven (no Nº 7 como dice el programa), y del Trío Nº 4 en Mi menor Op 90 Dumky, de Dvorak, verdaderas creaciones.

En la obra de Beethoven, de belleza y fuego arrollador, el juego dialéctico entre el piano y las cuerdas fue perfecto. Los trinos del teclado hicieron recordar al famoso Quinteto La Trucha, de Schubert, escrito ocho años después, por lo que no es de extrañar que el compositor vienés haya conocido la obra de su admirado colega de Bonn.

Planteado en cuatro movimientos, el Archiduke contiene difíciles pasajes con las cuerdas en pizzicato y violentos ataques que el grupo enfrentó con maestría, traspasándose el cantabile y desplegando extraordinarias modulaciones en el delicado arte de las intensidades sonoras.

La obra de Dvorak (1891), en tanto, posee un espíritu más festivo y está empapada por los ritmos contenidos en la antigua danza checa Dumka, cuyos orígenes se pierden en el tiempo.

Alejada de convencionalismos, puesto que se estructura en seis cortos movimientos, el Op. 90 atraviesa por diversos climas que siempre culminan en un baile. El piano, mesurado y certero en melodía y acompañamiento, desafió en calidad el trabajo del cello (brillante y virtuoso), y el lirismo del violín, con una deslumbrante sonoridad que incluso fue capaz de traspasar la mala acústica del Teatro Oriente.

Claro, había un truquito: Cenik Pavlik interpreta en un Guarneri del Gesú de 1735, y Marek Jerie en un violonchelo de Andrea Guarneri construido en 1684 (de allí el nombre del Trío).

Los cálidos aplausos del público obligaron al grupo a ofrecer dos encores: uno de los 8 Humoresque, del Op 101 de Dvorak, y un Adagio de Beethoven.

Será un honor contar con una nueva visita del Trío Guarneri a Chile.
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