“Un músico debe saber autogestionarse”
Solo con su guitarra, en dúos, cuartetos, o junto a las más grandes orquestas, este chileno no para de ofrecer recitales y conciertos. En todo el país y en el exterior se le ha reconocido su calidad al interpretar un repertorio extenso y completo. Tras su exitosa gira por Europa, el guitarrista hace un balance de su carrera.
Maite Armendáriz Azcárate
(9/11/2003)

Nadie diría que en esa sencilla casa ubicada en un pasaje, como un oasis en plena ruidosa Avenida Colón, vive un afamado concertista de guitarra clásica. Acaba de llegar de su última gira por Europa. Con sus zapatillas de gimnasia y cara de niño, sorprende creer lo que titula acerca de él la crítica europea especializada. Los alemanes lo aplaudieron a rabiar y lo mismo le ocurrió en Inglaterra, Suecia y la República Checa. Luis Orlandini, que todavía no cumple los 40, ya había sido comparado con Andrés Segovia por los entendidos cuando su “enorme destreza y amplio espectro tímbrico” fueron reconocidos, hace dos años, tras un recital en el exclusivo escenario del Wigmore Hall londinense.
A estas alturas, ya nadie duda de su “extraordinaria posesión expresiva”. Es cosa de ver cómo toca a esa compañera que abrazó decidido desde los cinco años, primero imitando a su hermana mayor y después en el conservatorio, siempre apoyado por su padre. Luego que el gobierno alemán lo becara, en 1989 ganó el primer premio en el Concurso Internacional de Música de München y de allí se lanzó por los escenarios mundiales.
La crítica chilena lo ha reconocido. En 1996 obtiene el más alto galardón del Círculo de Críticos de Arte y el Premio de la Trayectoria de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor. En 1999 recibe el Premio Domingo Santa Cruz, de la Academia Chilena de Bellas Artes, y junto al Cuarteto de Guitarras de Chile, que este músico integra, estuvo nominado para el Premio Altazor 2002, en la categoría Artes Musicales - Música Docta - Concierto.
Como lo demuestra el catálogo de sus grabaciones realizadas en Alemania, España y algunas en Chile, la variedad fue también la tónica en sus recientes presentaciones: Obras de Johann Sebastian Bach, del italiano Mauro Giuliani, y de Joaquín Turina, se alternaron siempre con autores chilenos como Pedro Humberto Allende y latinoamericanos como el peruano Celso Garrido-Lecca y el argentino Ginastera.
La guitarra en América
- ¿Cuál sería el balance de su reciente gira por Europa?
“Fue una experiencia muy multifacética. Di recitales, toqué música de cámara, me presenté con orquestas sinfónicas, también hice una clase magistral en Estocolmo. Lo que yo hago fue muy bien recibido, catalogado de un buen nivel artístico y eso me genera nuevas posibilidades artísticas. Las embajadas de Alemania y de Inglaterra, como de la República Checa, me ayudaron mucho; a pesar de no contar con tantos fondos esas entidades gubernamentales pueden apoyar enormemente a los artistas chilenos”.
- ¿Por qué usted optó por radicarse en Chile?
“La vida de un músico independiente dando solamente conciertos es muy difícil. Son poquísimos los que se pueden dar ese lujo. Yo me lo di durante los cuatro años que viví en Alemania. Entre medio me casé con una mujer chilena, nació mi hijo allá y hubo que pensar qué quiere hacer uno con su vida en el futuro y la verdad es que me atrajo volver a Chile y devolver lo que mi país me había entregado”.
- ¿De qué manera compatibiliza su vida familiar con su labor como concertista internacional, junto a sus clases y maestrías universitarias en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y en la Pontificia Universidad Católica?
“La verdad es bien complicado y difícil de explicar. Ya llevo 10 años en esto y creo que se puede. Incluso realizo actividades administrativas en la Universidad de Chile, donde tengo el cargo de subdirector del departamento de Música. Mi quehacer profesional me resulta armónica con mi vida familiar, porque aquí todos somos músicos (ríe). Mi hijo de 10 años estudia violín y mi señora es directora de coros”.
- ¿En qué momento ensaya y estudia sus conciertos?
“En la mañana, en la noche. Los fines de semana, es verdad que hay que sacarse la mugre. Pero es un ritmo ya habitual en mí.”
En su opinión, la guitarra desde siempre ha permitido una extensa posibilidad de expresión.
- ¿Considera que este instrumento vive hoy un buen momento a nivel internacional en materia de la composición e interpretación?
“Sí, y creo que se está intensificando cada vez más. En el caso de Chile es asombroso ver cómo en los últimos años hay una nueva generación de guitarristas de excelencia que están dando que hablar en todo el mundo”.
- De acuerdo con lo que expresó a la prensa recientemente en su gira por el Viejo Continente, ¿por qué piensa que América hoy abre más posibilidades que Europa al desarrollo de este instrumento?
“La guitarra es un instrumento más familiar para nuestra sociedad. Nos identifica, es parte de nuestra identidad cultural. Está más integrada a la vida íntima de las personas. Ha sido también más fácil integrarla al círculo de la gran música, a las temporadas de concierto, a las orquestas de cámara. Lo que no ocurre en Europa tan frecuentemente, donde la guitarra está un poco más aislada, reducida a sus festivales, aunque obviamente tiene sus propias actividades y sus grandes maestros, compositores e intérpretes”.
Dentro de su amplio repertorio, Orlandini siempre vuelve a los autores chilenos (suman más de 45 las obras de compositores nacionales que ha estrenado, muchas de ellas compuestas por encargo suyo). No obstante, tiene sus preferidas entre las extranjeras.
- ¿Aranjuez de Joaquín Rodrigo es una de ellas? Dos veces la ha grabado en el extranjero.
“Hay ciertas obras que son íconos del repertorio de este instrumento y que han sido para mí muy importantes. Sin duda que el concierto de Aranjuez me parece que es la obra con guitarra y orquesta. Tal vez se ha abusado un poco de ella, pero para mí es hermosísima. La otra que me parece clave dentro de mi repertorio es la Sonata compuesta por el compositor argentino Alberto Ginastera. Es formidable, la acabo de tocar en Berlín”.
- ¿Qué características valora en una pieza musical?
“Una obra se destaca porque logra conciliar varias cosas. Además de ser sólida estructuralmente, debe ser muy expresiva y contener elementos que se mezclen y fundan en forma armónica. Un buen ejemplo es la Sonata de Ginastera; posee un lenguaje contemporáneo en una forma tradicional, pero integra todos los elementos de la música folclórica argentina. Permite, en ese sentido, un buen acceso para todo tipo de público, conocedores o no”.
Entre el resto de sus preferidos para interpretar nombra a Bach y aquellos clásicos de la guitarra como son el italiano Mauro Giuliani y el español Fernando Sor. De hecho, entre sus grabaciones se encuentra el ciclo completo de Rossinianas de Mauro Giuliani y la Integral de Fantasías de Fernando Sor. “Entre los españoles, además de Joaquín Rodrigo, destaco a Joaquín Turina, Enrique Granados e Isaac Albéniz”.
Dúos o cuartetos
- Usted acostumbra a presentarse a dúo y últimamente como integrante del “Cuarteto de Guitarras de Chile”. ¿Los necesita, le gusta el trabajo en grupo?
“Hay un poco de todo esto. El trabajo de músico es muy solitario, en todo sentido, humano y profesionalmente; entonces, es muy entretenido compartir con otros y hacer música. Ha sido bien enriquecedor trabajar junto a Óscar Ohlsen, hemos realizado muchos viajes juntos, grabamos un disco. Con Sebastián Montes también hemos compartido grandes momentos, es un tremendo músico que comienza ahora su carrera en Europa. Con el destacado flautista Alfredo Mendietta acabo de tocar de nuevo. También en el cuarteto hemos cultivado una gran amistad; los otros tres están ahora haciendo sus estudios en Alemania, son estupendos músicos y mientras nos volvamos a reunir sigo haciendo música de cámara”.
- ¿Cómo calificaría su experiencia de grabar discos en el exterior?
“Efectivamente, tuve la oportunidad de grabar en Europa después que gané el concurso en las radios alemanas. Ése fue como el trampolín para poder hacerlo, allá es más fácil. En Alemania cuento con un manager que me ha ayudado en esta actividad. Acá en Chile es más complicado. En general, es difícil grabar un disco, hay poco acceso a los lugares de venta, pero hay que hacerlo”.
- ¿Cómo ha sido la respuesta de “Simpay”, que en quechua quiere decir “trenzado”, su nuevo disco realizado con obras de compositores chilenos como Celso Garrido-Lecca, Federico Heinlein y Alfonso Letelier, entre otros?
“Súper buena. Responde justamente a mi afán por unificar y compartir con otras personas. Trenzar músicos, trenzar ideas composicionales y acercar un poco la gente a la música clásica. La misma carátula responde a una imagen cercana. Incluye una obra que toco junto a Sebastián Montes; otra con Alberto Dourthé, que es un destacado violinista concertino de la Sinfónica; incluso al final interpretamos una obra de Alfonso Letelier, junto al Coro Magnificat dirigido por mi señora, Marcela Canales”.
- ¿Los chilenos sabemos poco de música clásica?
“Poquísimo, y menos de la música chilena. Yo lo encuentro penoso, lamentable. El problema se debe a orientaciones estratégicas en el ámbito estatal y de los medios de comunicación, que no ayudan. La televisión es un gran medio de difusión masivo que no colabora en nada. De repente aparece un programa de difusión de música clásica. Yo recuerdo, por ejemplo, uno en que se difundía a los pintores chilenos, era fantástico. No entiendo por qué no se ha hecho eso a la par con los músicos nacionales”.
- ¿Las escuelas donde hoy se forman los músicos contemplan entregarles las herramientas para que puedan además desenvolverse en el mercado?
“Cada vez se está trabajando más en ello. Yo con mis alumnos trato de que eso se valore y se le dé la importancia que se merece. Un músico que hoy no sabe autogestionarse tiene grandes problemas para hacer su carrera”.
- ¿Cuál es su próxima meta?
“Quiero seguir desarrollándome como artista, personal e íntimamente en el sentido de hacer cada vez mejor la música. Quizá por esto estoy acá; deseo ver que mi país se pueda sentir tan orgulloso por un tenista top como por un artista. Lo pienso para mis alumnos y todos los que vengan después”.
Agenda 2004: Proyecciones y conciertos
“Yo veo bien auspicioso el próximo año para mi carrera”, asegura el guitarrista. “Me complace que cada vez tengo más por adelantada mi futura agenda. Ello me permite una mayor organización. El próximo año presentaré junto a la Sinfónica un concierto de Alfonso Letelier, de gran significado para mí, porque lo trabajé con él durante los ochenta. El compositor chileno murió en 1994 y no se alcanzó a tocarlo bien. La idea es grabarlo con la Sinfónica y presentarlo durante la próxima temporada. Asimismo, tocaré junto a la orquesta de Concepción un concierto de Villalobos. Además de una nueva gira por Europa, donde ya suman varios los países confirmados, tengo también una invitación a Estados Unidos para actuar en el Festival de Verano que se hace en California. Será la segunda vez que me presento en ese país, cuyo mercado es difícil”. |