Mario Córdova
(25/10/2003)
La Temporada de Conciertos de la Fundación Beethoven tuvo su cierre el pasado jueves con la presentación en el Teatro Oriente de la Orquesta de Cámara de Stuttgart, famosa agrupación de más de medio siglo de vida.
El programa ofrecido tuvo dos partes. La primera fue barroca, con obras de Biber, Avison y Bach, mientras que la segunda fue romántica, con una sola pieza de Brahms.
Cuando en la interpretación de los barrocos cada día cobran más relevancia los conjuntos (ya no se llaman "orquestas") de instrumentos antiguos y conformados por muy pocos integrantes, la Orquesta de Cámara de Suttgartt resulta ser una de los más importantes que sirven ese repertorio de modo convencional, esto es con instrumentos modernos y con un plantel decididamente mayor (16 componentes). Así, quien sea devoto acérrimo del movimiento historicista bien podría adoptar una actitud crítica frente a estos alemanes, sin embargo ha de reconocerse que es una excelente lectura de los barrocos.
Con una sonoridad intensa y recia que dominó toda la primera parte, la inicial "Battaglia" de Biber fue magnífica, mostrando de entrada la cohesión y la exactitud de una orquesta en que el primer violín (Benjamín Hudson) oficia de director. Siguió uno de los Conciertos Grossos que Charles Avisón construyó en base a sonatas de Doménico Scarlatti, siendo éste acaso el punto menos interesante del programa, pero también el momento en que las artes del primer violín comenzaron a sobresalir. Cerró esta primera parte el Concierto para violín BWV 1056 de Bach, donde Hudson dejó la orquesta para ser un notable solista.
En la segunda parte, ya sin el fantasma de la comparación con los grupos historicistas, la orquesta ofreció un interesante arreglo del Sexteto N.o 2 para cuerdas de Johannes Brahms. Aquí se soltaron amarras y la interpretación fluyó plena en matices y declaradamente romántica. Trozos de Mozart y de Bach regalados como encores remataron con un sello de inobjetable calidad.
