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Verónica Villarroel prueba que en la ópera existen los milagros

“La mayoría del público piensa que la ópera pertenece sólo a un grupo de gente pudiente de cierto nivel social, cultural y yo creo que eso es mentira, ahora está al alcance de todos”, explicó la soprano.

15 de Enero de 2004 | 19:36 | AFP
NUEVA YORK.- La soprano chilena Verónica Villarroel tiene buenas razones para asegurar que la ópera no es un círculo artístico para millonarios en el que no existen los milagros: apodada la “diva accidental”, de orígenes muy humildes, esta semana fue aclamada en Nueva York como “Madama Butterfly” tras entrar en la lírica por casualidad.

“La mayoría del público piensa que la ópera pertenece sólo a un grupo de gente pudiente de cierto nivel social, cultural y yo creo que eso es mentira, ahora está al alcance de todos”, explicó a la AFP.

“Hay gente como yo que no tenía ningún tipo de aspiración, de orígenes humildes, que estudió publicidad, que le gustaba las discotecas y la vida entretenida, sin ningún tipo de responsabilidad y, de repente, pasó algo”, prosiguió relatando su historia.

Ese “algo” fue cruzarse en el camino de la cantante italiana Renata Scotto en una de sus visitas a Chile.

Poco antes del encuentro -ella no da fechas y advierte, en tono de sorna, que no le pregunten la edad-, Villarroel, una de seis hermanos de una familia modesta de Santiago, tuvo que arrimar el hombro después de que su padre sufriese un infarto, dejar los estudios y ponerse a trabajar.

Tras hacer de vendedora a domicilio, sin ninguna educación como cantante, decidió presentarse a una audición en el Teatro Municipal de Santiago con el aria “Ritorna Vincitor”, del primer acto de “Aída”, de Giuseppe Verdi.

Convencidos por su interpretación, la invitaron a participar en “La Bohème”, de Giacomo Puccini, con Renata Scotto en el papel protagonista de Mimi.

La soprano italiana removió cielo y tierra para que Villarroel pudiese venir a estudiar a Nueva York, a la prestigiosa escuela de artes Juillard, donde disfrutó de una beca.

“Vivo acá hace 17 años”, narró, “cuando vine a este país por primera vez volví a nacer, porque no sabía inglés, no tenía amigos, estaba sola y fue como volver a nacer y aprender a sobrevivir en otro país que no es el tuyo”.

La experiencia valió la pena y Villarroel aprendió a amar una ciudad que, afirma, aporta mucho a los artistas.

Nueva York “es muy competitiva, conoces gente de todas partes del mundo con diferentes formas de actuar que comparten el amor por esta ciudad fascinante, llena de vida y energía. La necesito y cuando no estoy aquí la echo de menos”.

Tras su paso por la Juilliard School, Villarroel debutó en un gran teatro en Barcelona, el Liceu, como la Fiordiligi de “Così fan tutte”, de Mozart.

La chilena fue encadenando éxitos, como su debut en el ’91 en la ópera Metropolitan de Nueva York, hasta llegar al que se ha convertido en su papel fetiche, el de la geisha Cio Cio San en “Madama Butterfly”, de Puccini.

Villarroel se convirtió en la primera no japonesa en cantar en el Nuevo Teatro Nacional de Tokio las desventuras de la geisha que se enamora y casa con un oficial de marina norteamericano por el que acaba perdiendo hasta la vida.

El pasado lunes retomó el papel en el Metropolitan, tres años después de su último Madama Butterfly en Nueva York, a finales de 2001, y puso en pie a unos espectadores que le tributaron una ovación final de ocho minutos.

Verónica Villarroel estará con "Madama Butterfly" en el Metropolitan los días 16, 20 y 24 de enero antes de llevar la obra a Los Angeles y Toulouse (sur de Francia) y de encarnar el papel protagonista de "Manon Lescaut" en una nueva producción de la ópera de Washington.