A tablero vuelto se clausuró Festival de Música Contemporánea
Daniel Quiroga 19/1/2004
Con mucho entusiasmo y con firmes deseos de ampliar aun más sus proyecciones internacionales cerró el pasado viernes 16 el Festival de Música Contemporánea. Una variada concurrencia de músicos y no músicos copó ambas plateas de la sala Isidora Zegers. El director artístico del festival, el compositor chileno Eduardo Cáceres, despidió a la concurrencia y prometió la continuidad de la iniciativa, siempre con la intención de aumentar su repercusión en el país y el extranjero. Cáceres señaló que, con la ayuda de las representaciones diplomáticas, en los cinco conciertos realizados actuaron músicos jóvenes y no tan jóvenes procedentes de Japón, Estados Unidos, México, Brasil, Uruguay y Chile. El director del festival también destacó la cooperación recibida de las autoridades de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile en todos sus niveles.
En el concierto de clausura el propio Cáceres pasó de las palabras a la acción para dirigir el “Estudio N°3, para percusiones” de Carlos Zamora, compositor nacional que recibió merecidos aplausos por su obra. También destacó la dirección del maestro Cirilo Vila en la obra “Cartas de un Poeta que Duerme en una Silla”, de Edgardo Cantón, obra que recibió los más calurosos aplausos. El interés del auditorio se proyectó en especial ovacionando las obras de la estadounidense Joan Griffith y del mexicano Rodrigo Sigal, sobresaliente creación electroacústica, tanto como destacó con entusiasmo la actuación del Ensamble de Percusiones “Trok-Kyo”.
A lo largo de este festival, que efectivamente es un suceso especialmente para las nuevas generaciones universitarias, es necesario decir que hay detalles negativos que deben superarse en el futuro. El primero de ellos es la impresión en colores obscuros del Programa General, lo que dificultó su lectura durante la función. También los inesperados cambios de autor o de ejecutantes.
Es importante tener presente que un Festival de Música Contemporánea tiene un público tan numeroso como interesado. Ya no se trata de experimentos aislados sino de reconocer la nueva fase de la creación musical, que en Chile se cultiva tanto en regiones como en la capital.
