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Baila sin cesar

23 de Enero de 2004 | 00:00 |
Baila y también pone música. Ahora que acaba de publicar una antología de nueva música electrónica argentina, Cecilia Amenábar se define y explica qué es ser una DJ "antichorizo".


Paulina Cabanillas


Lo primero que hace es poner en su computador "Amor a décima vista", el tercer disco de su hijo Benito, de diez años. Ella ya tiene casi lista la carátula: una fotografía distorsionada de los intensos ojos azules de Lisa, su hija de siete años. Pero Cecilia Amenábar no sólo está preocupada de este disco, sino también del suyo, "Casa Disco 1", donde hizo su propia selección de músicos electrónicos argentinos.

Cuando visita Santiago, Cecilia no para. Entrevistas, eventos y sesiones de fotos copan su agenda, donde la música aparece de diversos modos, desde su programa en radio Concierto ("Autocontrol", conducido con Cristián Powditch) hasta el oficio de DJ que inició en 2003 y, ahora, con su nuevo disco, producto del contacto que estableció con la escena electrónica argentina durante los años de su disuelto matrimonio con Gustavo Cerati.

"Me cuesta alrededor de un año recuperarme de los grandes cambios, como separarme o radicarme en otro país. Vivo de lo que me gusta, mis hijos son felices y me siento completa. Tengo que dar gracias por eso", dice, mientras maneja hacia su casa en Santiago. Hasta hoy vive en Buenos Aires, pero viaja constantemente a Chile, y ya piensa en un volumen dos del disco para incluir a más exponentes latinoamericanos. "Estos músicos no tienen nada que envidiar a los más grossos de Europa".

Así como opina acerca de los músicos, también lo hace respecto de Mutek, el festival de música electrónica realizado en Valparaíso hace dos semanas, y donde ella estuvo a tiempo completo entre el público. "Ver a Jorge González cantando en inglés con los alemanes de Sieg Über Die Sonne fue lo máximo. Fue una noche electrónica excelente, brillante. Fue como estar en misa. La gente se juntó por algo y para algo: la música y el baile. Ahí, todos juntos, se produjo una comunión. Yo estaba cansada, pero no pude desconectarme y bailé hasta que salió el sol".

Entre los invitados al festival también estuvo Roken, el trío argentino que integra el propio Cerati junto a los músicos Flavio Etcheto y Leandro Fresco. "Me gustó, pero no creo que haya sido lo mejor de la noche", dice Cecilia. "Como han tocado pocas veces, creo que el proyecto todavía está un poquito verde. Ojalá que sigan madurando y que les vaya bien. A mí lo que más me gustó fue Atom Heart, Sieg Über Die Sonne y la Dinky. Ellos estuvieron grossos".


Under y antichorizo

Igual que sus hijos, Cecilia Amenábar creció rodeada de música. Su madre, Cecilia Granella, era fan de los Beatles y su padre, Juan Luis Amenábar, quien murió cuando ella tenía seis años, tocaba piano y guitarra. Y a su familia pertenece el precursor Juan Amenábar Ruiz, creador de la primera partitura electroacústica latinoamericana (1957).

"Fue el pionero en el uso de los sintetizadores", explica ella. "Los Amenábar son una familia de artistas. Está mi tío, Juan Enrique Amenábar, que fue uno de los fundadores de la radio Concierto y discjockey de la Hipopótamo, la disco top de los 70 en Santiago. Además, mi papá viajaba mucho y siempre traía vinilos nuevos. Había una cultura de discoteca en mi familia".

-¿Cuándo te conectaste con la música electrónica?

- En cuarto medio empecé a ir a muchos recitales. Era la época de Upa, Aparato Raro, Viena. Me gustaba Depeche Mode, Human League y New Order, que eran bandas que sonaban distinto a lo que yo estaba acostumbrada. Estuve en todas las fiestas underground y en las raves que se organizaban acá en Santiago. Ayudaba en los videos, repartía panfletos, hacía de bailarina, cualquier cosa. Siempre me gustó lo under, porque de ahí brota el arte.

Cecilia debutó como DJ hace dos años, en Argentina, y hoy se presenta una o dos veces por semana, pero para ella es un pasatiempo. "Esto no es una carrera. No soy seca, me mando miles de cagás, pero me da lo mismo. Yo soy mamá primero y quiero que mis hijos pasen de curso, que tengan un entorno contenido. Después de eso me voy a la discoteca".

"Poner música en un bar está bueno, pero a mí lo que me fascina es bailar. Es en la pista de baile donde está la adrenalina. Lo que más disfruto son las fiestas under, esas que están armadas entre amigos y donde está la mesa en el piso y sin luces arriba tuyo. Yo cada vez que toco pido que apaguen todas las luces, porque no me gusta figurar".

- ¿Cómo defines el estilo de música que pones?

- Depende del lugar. Puedo poner música antes de que toque un grupo de música bailable. Eso sí, yo pongo música "antichorizo". Ése es mi concepto.

- Je. ¿Qué significa eso?

- Yo odio todo eso de la moda progressive (el estilo de DJs como Paul Oakenfold o Sasha, varios de los cuales visitaron Chile en 2003) y esa cosa ultra "punchi". Para mí, un DJ es pésimo cuando encuentras todas las canciones iguales. Creo que hay que tener una línea melódica. La música que pongo es distinta, me gusta que la melodía logre algo espiritual, que estés en la barra o en la pista de baile y digas "¡qué bonito esto que está sonando!". Aparte de tener un groove bailable, debe haber una linda melodía.

- Está de moda que sea una mujer la DJ. ¿Eso está relacionado más con una cosa de imagen?

- Considero que están de moda porque visualmente es mucho más atractivo ver a una mujer, la ropa es más divertida, te puedes maquillar, peinar. Las mujeres se lanzaron y tienen una parada: me gusta la música, yo también mezclo, soy buena, y qué. Es entretenido ver a una mujer detrás de las tornamesas. Cada vez que veo una, digo "¡wow, qué bueno!". Mis favoritas son la Romina Cohn, de Argentina; y de acá, la Paula Burgos y la Dinky.

- ¿Existen diferencias entre una y un discjockey? ¿Hay mucho machismo en el ambiente electrónico?

- La diferencia se nota al tiro. Los hombres son más "cañeros", como que creen que mientras más explosivo y ruidoso sea, la gente se va a reventar de goce y que se les va a subir la pastilla. En cambio las mujeres me gustan porque su música es bien power, pero más delicada y con más feeling. En cuanto al machismo, creo que es algo global que ocurre no sólo en el ambiente musical. La gracia está en saber usarlo a nuestro favor.

- Hay muchos prejuicios en torno a las fiestas electrónicas. El primero es que son elitistas y ultra fashion. ¿Qué piensas de eso?

- Por ejemplo, para el Woman on the Mix (fiesta celebrada el mes pasado junto a Dinky y Paula Burgos) estaba lleno de gente. Incluso hasta andaban los de "Protagonistas de la fama". Había mucho anteojo en degradé, mucha chica con demasiada pechuga y solarium. Pero yo estaba feliz de que hubiera ese tipo de gente. Estamos acostumbrados a escuchar música mala y es bueno que las personas se interesen en lo que nosotras hacemos. Para mí, la música es cultura. Que venga el que quiera a las fiestas, yo no tengo ningún tipo de prejuicio contra nadie; al contrario, dar a la gente mejor música me pone muy contenta.

- A propósito del programa en la radio Concierto que dedicaste a las recetas de cocina para la marihuana, también está el prejuicio de las drogas...

- Me da lata que asocien las drogas a la música electrónica porque las personas se drogan en el lugar que quieran. Están de moda esas porquerías como el Speed, esas bebidas energizantes las encuentro asquerosas. Sé que las mezclan con una pastilla, pero no sé cuál. No formo parte de esa cultura. Nunca me han gustado las pastillas, no tomo remedios, hago ejercicios y como sano. A lo más me fumo un porro. Cada uno decide qué hacer con su cuerpo y su tiempo libre, pero ojalá pudieran también disfrutar de la música en estado puro.

- Y siguiendo con ideas preconcebidas, ¿crees que te contratan porque eres ex modelo y ex esposa de Gustavo Cerati?

- Yo me doy cuenta de todo, pero no me importa nada. Sé cuando me contratan por alguna determinada razón. Si quieren escuchar la música porque soy Claudita la ex de no sé quién o porque soy Sandro, no me interesa. A mí me gusta que las cosas pasen, lo demás me da lo mismo.

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