LONDRES.- Londres pierde una de sus atracciones turísticas más queridas: los autobuses rojos de dos pisos. Tras 50 años en servicio, este emblemático transporte de la capital británica será sustituido por buses modernos, algunos incluso también dos niveles.
Pero si alguien encuentra un "Routemaster" (el nombre oficial del vehículo), puede poner a prueba su valor previo pago de un euro por viaje. Subir y bajar es posible en cualquier momento de la ruta, lo que en redes de buses de otras ciudades no se permite, aunque eso sí por cuenta y riesgo del propio viajero.
Pero algo tienen que turistas y locales sienten debilidad por ellos. Circulan por las calles de Londres, una metrópolis de ocho millones de personas, desde 1954. Forman ya parte del paisaje urbano entre la Oxford Street y el palacio de Buckingham, entre la Trafalgar Square y el Big Ben, y desde hace tiempo se han convertido en uno de los emblemas de la capital.
"Legiones de personas viajan día tras día en estos buses hacia un mundo de sueños y recuerdos", afirma la BBC en un inusualmente melancólico último adiós. A los londinenses les dolerá despedirse de los autobuses, no así las estadísticas anuales de accidentes que ven algo positivo en ello. Según apunta la BBC, las cifras han bajado considerablemente desde que cada vez son más los buses modernos -con puertas hidráulicas controladas por el conductor- los que circulan por las calles de Londres.
A la falta de seguridad y de facilidades para que fueran utilizados por discapacitados, se ha sumado la escasez de dinero como argumento determinante para acabar con los típicos buses de dos pisos.
En el "Routemaster" viaja siempre un cobrador, puesto que el conductor no tiene acceso directo al interior del autobús. Estos cobradores, así como las frecuentes reparaciones de los vehículos, son a la larga demasiado caros para las arcas estatales.
Más económico, sin embargo, es el precio por el que los amantes de estos buses clásicos pueden adquirir uno. A partir de 2.000 libras esterlinas (unos 3.700 dólares) se puede tener un original y unos 500 buses ya están a la venta.
Pero estos buses, que forman parte de Londres al igual que el Big Ben y los taxis negros, no van a desparecer del todo. El alcalde de la capital británica, Ken Livingstone, se ha empeñado especialmente en ello. Pero una portavoz de Tráfico se muestra menos optimista: "Esperemos que al menos podamos conservar un par de Routemaster como atracción turística, pero en algún momento tendrán que dejar de formar parte de la red de buses londinense".