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Auspicioso inicio de Temporada 15/3/2004

17 de Marzo de 2004 | 08:32 |
Auspicioso inicio de Temporada

Gilberto Ponce 15/3/2004

Un auspicioso comienzo tuvo la Temporada 2004 del Teatro Municipal, la que ha sido llamada “Temporada de los Festivales”. El programa correspondió al primer Festival Francés y estuvo a cargo de su Director titular Maximiano Valdés. A pesar de su título, el programa se inició con una obra perteneciente a uno de los más importantes compositores chilenos, Alfonso Letelier, que responde bien al carácter y espíritu de lo francés.

No debemos olvidar que nuestros compositores, a los que podemos llamar clásicos, sufrieron una fuerte influencia del impresionismo musical francés. Es el caso de la “Suite Aculeo”, obra de carácter poético descriptiva, que nos muestra el cariño que el compositor sentía por la naturaleza que rodea la laguna del mismo nombre.

La versión que nos ofreció Valdés, fue cuidadosa, enfatizando las transparencias armónicas y los elementos descriptivos. La primera parte ‘El Horcón de piedra’ con un lenguaje que a ratos nos recuerda Hindemith, recreó lo oscuro e impotente del peñón a que alude; la fuga central del movimiento, fue conducida con claridad y precisión. El segundo movimiento, llamado ‘El Lago’, con fueres reminiscencias de Debussy, nos mostró a un director muy compenetrado del espíritu que el autor quiso para su obra y a una orquesta que respondió a todos los requerimientos de la batuta.

La bellísima y poética “Nuits d’été” (Noches de verano) de Hector Berlioz, que tuvo como solista a la mezzosoprano Graciela Alperyn, fue la segunda obra. Esta obra que posee una orquestación impecable, de una finura que cuida en todo momento al cantante y que exige de los intérpretes expresión y fraseos que los llevan desde una dulzura casi misteriosa hasta momentos de gran expresividad, nos mostró a una solista que enfrentó las diversas canciones (seis en total) con sensibilidad y una gran musicalidad. En las primeras se pudo advertir pequeños problemas de afinación en algunas notas de fin de frase, pero la fuerza interpretativa, los juegos dinámicos desde el pianissimo al forte, terminaron por cautivar al público. La conducción de Valdés demostró su afinidad con este repertorio, la comunicación entre solista y director fue total y definitoria en el resultado obtenido.

Una de las obras más exigentes para cualquier orquesta cerró el programa. La “Sinfonía Fantástica” de Hector Berlioz, permite apreciar a una orquesta sometida a toda clase de exigencias, tanto en las familias de instrumentos, como también cumpliendo roles de solistas. Esta obra es un desafío de principio a fin, los bronces son sometidos a grandes desafíos y en esta ocasión su rendimiento fue óptimo. El pequeño inconveniente de los cornos al comienzo del último movimiento no enturbió para nada el resultado. Las maderas obtuvieron una sonoridad y fraseos homogéneos, con hermoso sonido. Justificada fue la ovación del público, cuando el director los invitó a pararse para recibir los aplausos al oboe y corno inglés. En tanto, para los percusionistas debe ser una verdadera fiesta, pocas veces pueden lucirse como con esta obra.

Una gran responsabilidad en el brillante resultado final le cabe al director Valdés. Su batuta fue precisa y su gesto de gran energía, conduciendo a sus músicos por los intrincados caminos de esta sinfonía, que debe mostrar en sus melodías tanto estados de ánimo como descripción de situaciones. Los títulos de cada uno de los movimientos ya sugieren lo que se debe mostrar: ‘Sueños y pasiones’, ‘Un baile’, ‘Escena en el campo’, ‘Marcha hacia el Cadalso’ y ‘Sueño en una noche de Aquelarre’ y podemos decir con seguridad que en esta oportunidad la Orquesta lo logró plenamente.

El público premió con largas ovaciones la brillante interpretación de músicos y director.
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