
En sus conciertos y discos, el director siempre luchar por acercar la música clásica a los no iniciados.
NUEVA YORK.- En la época de Gustav Mahler hace un siglo, el conductor del carruaje hubiera dejado al maestro a la puerta de la sala de conciertos pero jamás habría concebido entrar él mismo para escuchar.
El director Benjamin Zander está haciendo todo lo posible para cambiar esa concepción. Aunque su marcado acento inglés parezca sugerir elitismo, el director orquestal usa su voz impostada para levantar las barreras que alejan a los no iniciados de la música clásica.
En conciertos y en discos compactos, Zander descifra la música clásica explicando sus misterios con entusiasmo desbordante y conocimientos exhaustivos, además de una vívida imaginación salpicada de metáforas poéticas.
Su flamante álbum de la Tercera Sinfonía de Mahler al frente de la Orquesta Filarmónica de Londres contiene tres discos, incluyendo uno en el que Zander explica de qué manera, como el compositor lo expresó, “una sinfonía debe ser como el mundo: debe abarcarlo todo”.
Mientras los registros agudos de las maderas irrumpen sobre el trasfondo de los bronces graves en el primer movimiento, Zander dice en el disco: “¡Escuchen este pasaje! Es difícil pensar que otro compositor anterior a Mahler hubiera usado sonidos tan ásperos y ordinarios, como demonios grotescos en una batalla campal!”
“Y allí está el trombón en el primer movimiento. ¡Qué sonido! ¡Qué sonido asombroso, descomunal, trascendental! ‘La proclamación de la voz de la muerte’ escribió el director y amigo íntimo de Mahler, Willem Mengelberg, en su partitura encima de ese pasaje”.
El dinámico Zander, de 65 años, cuyos padres se radicaron en Inglaterra después de huir de la Alemania nazi en 1937, está embargado por un impulso universalista.
Zander es el director fundador de la “otra orquesta” bostoniana, la Filarmónica de Boston. También enseña en el Conservatorio de Nueva Inglaterra, conduce su orquesta juvenil y ha sido director invitado en varias grandes orquestas.
Se caracteriza por ofrecer charlas explicativas antes de los conciertos.
Aparte de la música, Zander ha ofrecido lo que califica de charlas transformacionales a dirigentes de empresa y ha hablado tres veces ante el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Junto con su esposa, la sicoterapeuta Rosamund Stone Zander, escribió el libro publicado en el 2002 “El arte de la posibilidad: cómo transformar la vida profesional y personal”, que su editora Penguin Press dice haber vendido casi 100.000 ejemplares en once ediciones.
En su intento por transformar al público, el conductor suele apelar a la colaboración de sus músicos. Algunos de éstos consideran esas charlas previas a los conciertos como distracciones. Y cuando dirige una orquesta por primera vez, la actitud de los músicos puede ser cínica, como preguntándose “quién es este tipo”, dijo.
“Creo que una persona cínica es sencillamente alguien apasionado que no quiere decepcionarse nuevamente”, acota Zander, y dice que les explica: “Considero que la orquesta toca mejor si el público está preparado”.
Y si eso no funciona, agrega, les da un pago extra a los miembros de la orquesta de su propio bolsillo.
Antes de que los músicos de Boston ejecutaran una sola nota de la Segunda de Mahler en su reciente concierto en el Carnegie Hall, Zander obró su magia sobre el público, hablando durante 40 minutos sobre la obra monumental conocida como “Sinfonía de la resurrección”. Recordó cómo el mismo Mahler la dirigió en ese mismo escenario en 1908.
“Desencadena los sonidos más poderosos jamás escuchados en una sinfonía”, dijo Zander al público. “Empieza en tono de angustia para culminar en la gloria”.
Luego de entonar las primeras ocho notas descendentes de la Quinta Sinfonía de Beethoven, demostró cómo la entrada inicial de violonchelos y contrabajos en la obra de Mahler era similar, “sólo que en dirección opuesta”. Y agregó que los dos acordes finales del primer movimiento aluden al final de la obertura “Coriolano” de Beethoven, lo que seguramente recuerda a las dos paladas de tierra que se arrojan sobre la tumba del héroe.
“Me encanta pensar en esas conexiones, y pensar que los compositores se hablaban y se conocían muy bien”, dijo Zander en una entrevista luego del concierto.
“Mi teoría es que cada uno de los espectadores en esta sala adora la música clásica, pero que la mayoría todavía no lo ha descubierto”, agregó. “Me fascina el lenguaje musical, lo que dice. Y creo que la música dice algo. ¿De qué se trata? Bueno, se trata del triunfo del espíritu humano. La vitalidad que tienen los seres humanos, la capacidad de danzar, el pulso cósmico vital”.