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Una jornada hermosa y variada 22/3/2004

23 de Marzo de 2004 | 16:59 |
Una jornada hermosa y variada

Gilberto Ponce 22/3/2004

Un interesante concierto ofreció un grupo de músicos y un actor, bajo la coordinación del destacado pianista nacional Roberto Bravo. La explanada que enfrenta la casona fue el lugar escogido, que contó con una amplificación adecuada, donde se escuchó un programa que transitó por diversas épocas y autores.

La reconocida calidad de la soprano María Luz Martínez abrió la presentación, cantando en forma entrañable, con una afinación impecable y a capella una de las “Cantigas de Santa María” perteneciente a Alfonso X el Sabio. Con un salto de varios siglos, Bravo ofreció dos obras de Frederic Mompou (“Pájaro triste” y “Jeunes filles au jardin”). El lenguaje cargado de romanticismo y con alusiones al impresionismo fue excelentemente plasmado por Bravo, desde la sutileza a la pasión, enlazada magníficamente con la “Danza del Molinero”, del ballet «El sombrero de tres picos» de Manuel de Falla. Bravo dio muestras de tener afinidad con este repertorio, donde no reprimió la espectacularidad, que la obra requiere.

Los guitarristas José Antonio Escobar y Romilio Orellana, junto al actor Luis Vera, continuaron el programa, escuchándose “Homenaje a la tumba de Debussy”, de Manuel de Falla, interpretado en forma muy sensible, continuando con la canción popular catalana “El testamento de Amelia”, con la participación del actor, para finalizar su actuación con la famosa “Recuerdos de la Alhambra”, de Francisco Tárrega, en arreglo para dos guitarras, que logró justas ovaciones.

La primera parte finalizó con Bravo al piano, que acompañó al actor Vera en poemas de Rafael Alberti y Pablo Neruda, con música de Albert Guinovart. La sensibilidad de los intérpretes logró conmover a los espectadores.

La segunda parte se inició con tres obras de Astor Piazzolla, quedando de manifiesto una de las cualidades de Roberto Bravo: enfrentar con calidad y seriedad todo tipo de repertorio, pues el autor argentino representa una feliz integración entre lo popular y lo clásico, siendo sus obras de una gran complejidad interpretativa. Bravo logró plenamente lo exigido por el autor.

Con una profunda interioridad y sutileza fue interpretado el “Nocturno póstumo en Do Sostenido Menor” de Fryderyk Chopin, que fue contrastado por la pasión y espectacularidad de la celebérrima Polonesa op. 53 “Heroica”, donde dio cuenta de sus años de estudio en la tierra de Chopin. El público respondió fervorosamente y de pie.
María Luz Martínez junto a Bravo pusieron fin al concierto con “La rosa y el sauce”, de Carlos Guastavino, cantado con finura y en estilo. Las “Progresiones” de Joakín Bello es una obra de gran exigencia vocal, por las notas extremas para la soprano, quien también tiene que enfrentar largas notas sostenidas. La cantante respondió en forma solvente.

En un cambio brusco de estilo, los intérpretes nos llevaron a Richard Strauss, con una íntima interpretación de “Morgen” del op. 27 y “Zueignung” del op. 10, de gran fuerza, que permitió el lucimiento de las cualidades de María Luz Martínez, quien posee una firme técnica que la lleva con soltura por diversos estilos y autores, con una hermosa voz.

Los aplausos fueron tan entusiastas que se ofreció a manera de bis un homenaje a Pablo Neruda, con Bravo en el piano, el actor Vera y la soprano en vocalizaciones, incluyéndose además la voz de Neruda, logrando un efecto conmovedor en el público.
Una hermosa jornada, en un adecuado lugar, bien acondicionado por la Corporación Cultural de Vitacura.
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