Augurios confirmados
Gilberto Ponce 23/3/2004
Todos los buenos augurios a raíz del primer concierto de la Orquesta Filarmónica de Santiago en el Teatro Municipal, se vieron confirmados en la segunda sesión de la presente temporada.
La orquesta se encuentra en un excelente nivel y da muestras de un profesionalismo, que provoca una gran satisfacción en el público. Además, su director Maximiano Valdés se encuentra totalmente identificado y a gusto con el repertorio de estos dos primeros programas. ¿Cuál puede ser resultado de esta combinación? Por supuesto, muy buenos conciertos.
El programa correspondió al segundo de los llamados Festivales Franceses en los que, al igual que en el primer concierto, se incluyó una obra de un compositor chileno. En este caso se trató de “Jubilaeus Musicus” de Juan Orrego Salas, el destacado compositor de dilatada trayectoria en EEUU, largamente premiado y con un haber de 125 obras en todos los géneros musicales.
Su estreno tuvo lugar con motivo del vigésimo quinto aniversario de la fundación de la Universidad Santa María de Valparaíso, y por encargo del entonces presidente del Consejo Directivo, don Agustín Edwards Budge. Fue interpretada en esa ocasión (1956) por la Orquesta Sinfónica de Chile, bajo la dirección de su autor.
Consta de tres partes contrastantes, que se tocan sin interrupción, la primera (Exaudi) recuerda a Copland en su “Fanfarria para el Hombre común”, por su carácter festivo, la sección central, (Recordare) es solemne, y la tercera (Gaudeamus) es alegre y subraya, el aspecto jubiloso que pretende el autor. La interpretación fue un logro, los juegos dinámicos, las frases entre familias de instrumentos y la intencionalidad recibieron del público, prolongados aplausos.
Jean-Philippe Collard es un pianista que justifica las expectativas que se cifran en él. Su forma de enfrentar el instrumento consta de una técnica que raya en lo perfecto y un virtuosismo que sorprende. El francés acometió el Concierto para piano Nro. 5 de Camille Saint-Saëns con un refinamiento, pulcritud y fuerza realmente impresionantes. Toda la sensualidad oriental, presente en muchos momentos del concierto, encontraron tanto en el pianista, como en la orquesta intérpretes del mejor nivel, bajo la concertación siempre atenta de Valdés. Sin duda que esta versión será recordada por largo tiempo.
La “Sinfonía Dramática Romeo y Julieta”, de Hector Berlioz, es una de las obras de más largo aliento que se haya dedicado a los amantes de Verona. Escrita para gran orquesta, coro y solistas, no se programa con frecuencia. Ahora escuchamos una suite orquestal de tres partes que, por una razón de progresión dramática para un concierto, se inició con la muerte de los amantes en la tumba para finalizar con la “Fiesta en casa de los Capuletos”, sin duda la parte más conocida de la obra y que muchas veces se interpreta en forma independiente.
Se trató de una versión llena de virtudes, tanto por los juegos dinámicos, siguiendo todas las sinuosidades de los sentimientos, que nos llevaron desde unos pianissimos conmovedores, hasta los arrebatos propios de la pasión, director y músicos se fundieron, para lograr verdaderas cumbres de interpretación. El rendimiento de cada uno de los miembros de la orquesta, fue óptimo, y los largos aplausos no vinieron sino que a confirmar el excelente momento por el que pasa la Orquesta del Teatro Municipal.