Demasiado jóvenes aún para dejar el rock & roll
Cinco mil personas disfrutaron de la magia de esta legendaria agrupación inglesa que se presentó el sábado 27 en el Court Central del Estadio Nacional, ocho años después de su última visita a Chile.
Nicole van Baal F. 30/3/2004
Un público mayoritariamente masculino se encontró con Ian Anderson un poco más viejo, pero con la misma simpatía y calidad que demostró las otras dos veces que visitó nuestro país. Dos generaciones de fans se maravillaron con la destreza musical del maestro, quien continúa parándose en una sola pierna para tocar su flauta travesera. Tal vez su voz se haya desgastado un poco por el paso de los años, aunque hay que señalar que Anderson nunca se destacó por tener un registro muy alto, sino más bien por su forma particular de cantar, como contando una historia de manera juglaresca.
El concierto se inició con “Living in the past”, canción que titula un disco en vivo y el único DVD que tiene Jethro Tull. Luego vino “Nothing is easy” y el maravilloso “Beggars farm”, tema dedicado “a la memoria” del ex guitarrista Mike Abrahams, quien dejó la banda después del primer disco, por su rivalidad con el cantante-flautista. Anderson señaló irónicamente que no era que Abrahams estuviese muerto, pero que era mejor practicar y estar preparados para la ocasión.
Su particular sentido del humor se volvió a presentar cuando se acordó del Grammy que Jethro Tull obtuvo en 1989 como “mejor conjunto de hard rock” (ganándole sorpresivamente a Metallica). “No somos una banda de rock pesado”, dijo Ian Anderson riéndose y dedicándole “Farm on the freeway” a “esos buenos muchachos de Metallica”.
El guitarrista Martin Barre, que forma parte de la banda desde que grabaron el segundo disco, tuvo su momento de gloria tocando una estupenda improvisación en solitario. También hay que destacar la sólida ejecución del baterista Doane Perry, el bajista Jonathan Noyce y del tecladista, Andrew Giddings, quien también tocó el acordeón en algunas canciones.
A medida que transcurría el show, la flauta mágica de Anderson iba adquiriendo mayor personalidad y las canciones aumentaban en intensidad. El público se emocionó con la hermosa “Elegy”, famoso tema que musicalizó el aviso de los chocolates Vizzio: no faltó quien gritara “¡déjame uno!”. Es una canción compuesta por el ex tecladista y director de orquesta David Palmer, quien a los 66 años decidió cambiar de sexo. Anderson volvió a las bromas y dijo que le parecía muy raro que Palmer se hubiese querido transformar “en una mujer fea”.
La noche siguió con la mezcla de temas nuevos y antiguos, destacándose una tripleta con “Songs from the wood”, “Too old to rock ’n’ roll: too young to die” y “Heavy horses”, temas que titulan tres de los discos más exitosos de Jethro Tull. El éxtasis total se produjo con “Aqualung”, sin duda el tema más famoso del conjunto y que provocó los mayores aplausos. El único bis anunció el final de del concierto con “Locomotive Breath”, y dos grandes globos que Anderson lanzó a la multitud, para culminar de una manera lúdica un show musicalmente casi perfecto. En medio de una ovación, Jethro Tull se despidió con una reverencia medieval.