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Una visita más que interesante 3/29/2004

30 de Marzo de 2004 | 15:51 |
Una visita más que interesante

Gilberto Ponce 3/29/2004

En su primera gira internacional, nos ha visitado La Orquesta Sinfónica Nacional de Ecuador. Se trata de una agrupación joven, con gran disciplina, excelente afinación, en suma con profesionalismo.

Se presentaron en el Teatro de la Universidad de Chile, bajo la dirección de su titular Gerald Brown, teniendo como director asistente a Andrei Vasileusky, a quien le correspondió abrir el programa con la obertura de la ópera “Ruslan y Ludmila” de M. Glinka, donde ya se apreciaron algunas de las bondades del conjunto; limpieza, pulcritud y afinación, en una versión llena de vitalidad, con fraseos y contrastes dinámicos que fueron logrados con la clara dirección de Vasileusky.

De 1970 data la composición de la Séptima Sinfonía de Luis H. Salgado, uno de los compositores más importantes de Ecuador, obra escrita en homenaje a Ludwig van Beethoven, y recién estrenada en 1998, la conducción le correspondió ahora a Gerald Brown.

La sinfonía consta de cuatro movimientos, aunque en programa figuraban solo tres, se trata de una obra con un lenguaje de carácter más cercano al expresionismo, que en algunos momentos nos puede recordar a Bartók, o Britten, siguiendo los patrones de la “forma sonata” con grandes contrastes dinámicos, donde muchas veces una idea musical la inicia un instrumento, al que se suman luego el resto de las familias de instrumentos, deshaciendo a veces el camino hecho. A ratos parecía una obra “programática”. El director demostró un absoluto dominio de la partitura, en una obra que indaga por diversos caminos de expresión, y es bastante exigente con los intérpretes.

La segunda parte estuvo dirigida a obras inspiradas en el folclore de Ecuador, orquestadas para orquesta sinfónica.

La Suite Ecuatoriana Nº 2 de Segundo Luis Moreno, consiste en cuatro danzas y una canción populares. El autor sólo busca plasmar en un lenguaje claro y con una orquestación que subraya el carácter folclórico de cada una de las partes, llevando al auditor, desde la tristeza hasta la alegría del baile, usando las familias instrumentales, como factor de contrastes tanto en colores como en timbres. Resultó de gran interés observar al director Vasileusky, conduciendo esta obra, con una marcada intencionalidad latina.

Gerald Brown, cerró la jornada, con “Mosaico Ecuatoriano” de Gonzalo Benítez y Luis A. Valencia, en dos partes, una de las cuales es la famosa “Vasija de Barro”, este mosaico consiste básicamente en variaciones, sobre las melodías que la conforman, poseen una orquestación interesante, que lograron el entusiasmo del público, debiendo la orquesta realizar un bis, que consistió en “Landarele” inspirada en el folklore afro-ecuartoriano, brillantemente orquestada, con una gran variedad de timbres, ritmos y con una armonía más avanzada.

Más que interesante resultó la visita de esta orquesta, pues nos permite observar la música que se hace en otros países de América Latina y aquilatar el nivel en que se encuentran otros conjuntos sinfónicos.
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