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Emocionante recital de Chavela Vargas en Buenos Aires

Vestida con su habitual poncho rojo, Chavela Vargas aprovechó las pausas entre canción y canción para matizar con sus recuerdos en el país y responder a todos los mensajes que desde las tribunas le gritaron a lo largo del espectáculo.

06 de Abril de 2004 | 17:44 | ANSA
BUENOS AIRES.- La cantante Chavela Vargas brindó en Buenos Aires un recital inolvidable para los más de 5.000 espectadores que asistieron a lo que parece ser un preludio de su despedida de los escenarios argentinos, pese a que ella asegura que todavía tiene mucho por ofrecer.

Ovacionada y aplaudida por los presentes la noche del lunes en el Luna Park, un estadio pugilístico convertido en escenario musical, la cantante nacida en Costa Rica, pero mexicana por adopción, necesitó sólo diez minutos para que su espectáculo quedara en la memoria de los presentes como el recital más emocionante que ofreció en Buenos Aires.

“Disfruto la emoción de las cosas simples, una vez cuando llegué la señora Argentina me presentó a su hijo Buenos Aires, y me dijo ‘te vas a enamorar de él’, y no se equivocaba”, comentó Vargas, que inició el show con “Macorina” y “De un mundo raro”, dos temas en el que su canto desgarrado -a pura emoción y dolor- conmovió a sus admiradores.

Luego continuó con “Sombras”, un clásico dentro de la misma vena interpretativa, que provocó el delirio y la ovación de los presentes.

Vestida con su habitual poncho rojo, Chavela Vargas aprovechó las pausas entre canción y canción para matizar con sus recuerdos en el país y responder a todos los mensajes que desde las tribunas le gritaron a lo largo del espectáculo.

“No te mueras nunca Chavela”, gritó una mujer, “Idola” se escuchó de otra, pero tampoco faltaron los elogios de los hombres: “Diosa” o “Gracias Chavela”, dijeron algunos.

Vargas, para sorpresa de muchos, no sólo no se amilanó con los pedidos sino que respondió a casi todos, incluso los reclamos de repertorio en una jornada en la que estuvo bien acompañada por dos guitarristas, Juan Carlos Allende y Miguel Peña.

Ubicada exactamente en el centro de un escenario vestido con plantas y frutas tropicales, la cantante invitó a una vocalista argentina y a una bailarina española que actuaron a mitad de un show que jamás bajó su emotividad.

Ovacionada de pie en varias ocasiones, entre ellas cuando interpretó el clásico “La llorona”, Vargas había entregado durante la primera hora canciones como “Luz de luna”, “Si no te vas”, “La noche de mi mal” y “Vámonos”, compuestas por “históricos” como José Alfredo Jiménez y Alvaro Carrillo.

La efusividad del público, mayoritariamente joven, y el agradecimiento por la visita de la cantante, llevaron a que alguien gritara “Viva José Alfredo Jiménez, carajo”, “Que viva México”, contestó otro.

La cantante interpretó además las canciones de los argentinos Cesar Isella “Las cosas simples” y “No soy de aquí, ni soy de allá” de Facundo Cabral.

Para los bises, Vargas guardó munición de alto nivel como “Hacia la vida” y “Volver, volver”, esta última acompañada por las más de 5.000 gargantas que consiguieron su entrada gratuita para presenciar el recital de su ídola de 84 años.

La artista también dejó una frase que sorprendió a la gente y arrancó un cerrado aplauso: “En la vida, más importante que Dios es que nadie escupa sangre para que otro viva mejor”.

En la despedida, donde fue ovacionada de pie por largo tiempo y con desesperados gritos que reclamaban más bises, Chavela apareció por segunda vez para complacer a su público y afrontar el remezón con “Piensa en mí”, donde anfitriona y audiencia no pudieron evitar las lágrimas.
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