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El turno del solista 16/4/2004

16 de Abril de 2004 | 00:00 |
El turno del solista

Con Nata, el ultra ocupado músico chileno despliega recursos de composición inesperados, vinculados a la música de baile. “Me interesaba que funcionara dentro de una fiesta”, explica el doble militante de Los Mismos y Electrodomésticos.


Marisol García C. 16/4/2004


Desarrollado durante diversos momentos del año 2003, el primer disco solista de Gabriel Vigliensoni debiese haber salido a fines del año pasado, cuando su publicación hubiese parecido no más que el proyecto alternativo de un hombre con múltiple militancia musical. Pero Nata aparece hoy, y la lectura que uno hace es la de una obra titánica: la agenda del compositor y productor amenaza con convertirlo en “empleado del mes” de la música popular chilena.

Repartido entre Los Mismos, Electrodomésticos y las labores de su estudio (Ojo Parlante), el hombre que también militó por más de cinco años en Lucybell y se ha abocado a la producción de proyectos como Lulú Jam, Tapia Rabia Jackson y los peruanos Dolores Delirio, parece demasiado tranquilo cuando explica cómo puede un hombre de agenda de ejecutivo grabar un disco que parece el del más distendido DJ.

—Claro que me gustaría tener el tiempo para concentrarme en un tipo de cosa. Tener la capacidad de orden para poder acotarme y desarrollarme más. Pero siempre están surgiendo encargos, propuestas más o menos interesantes a las que te cuesta decir que no. Ahora, por ejemplo, está la posibilidad de trabajar con Saiko [en el tercer disco del grupo chileno], Javiera Mena y Evelyn Fuentes [ex cantante de Christianes]. La Evelyn llegó con un cassette de treinta melodías: todas, lindas.

—Lo que diferencia a tu disco, Nata, ¿es que encauza algo más creativo de tu parte?

—Puede ser, pero tampoco es que aquí yo esté haciendo lo que no puedo hacer en otro lado. Digamos que lo que me interesaba lograr era un disco que pudiese tocarse en vivo y que funcionara dentro de una fiesta. A pesar de lo que la gente piensa, a mí me da lo mismo la electrónica o la no-electrónica; me gusta el hip-hop, me gusta el rock, me gusta la cosa electrónica... me gusta la música. Trabajando solo, frente a un computador, se logra, claro, un tipo de sonoridad que es distinto y que es lo que quedó en el disco.

El rapeo del DJ Kevin Sanders le aporta a Nata un inesperado giro negro que a Vigliensoni le gusta: “una cosa medio mala onda”, describe. En el tema “Elige me”, la cantante Javiera Mena dulcifica las cosas con el único tema cantado de una manera más convencional. “Yo vengo del mundo del pop, entonces en lo que hago siempre tiene que haber una melodía, porque si no, creo que se pone fome”, explica el músico. “O melodía o groove, pero algo que te guíe. He crecido escuchando música que puede asociarse a algo más solemne, pero tambíen me gusta la cosa juguetona, me gusta [el grupo inglés] Wolfgang Press, me importa que la música tenga sentido del humor”.

—¿Es lo que cuidas también en Electrodomésticos?

—Es distinto, los Electro son temas en un 90% de Carlos. Siento que ahí mi trabajo es más como de... digamos que si encuentro un espacio donde yo crea que algo puedo meter, lo hago.

—¿Ves algo parecido en su nuevo disco y el tuyo, solista?

—Tienen algo como abrumador. Son discos que no son fáciles de escucharlos de una vez. Pero es algo que creo que pasa bastante en la música actual, quizás tiene que ver con la industria.

Cuatro conciertos esperan a Vigliensoni hasta la primera semana de mayo. Será en uno, uno de Los Mismos. En otro, un Electrodomésticos. Y los días 23 y 24 de abril se presentará en Viña con su disco solista.

—Si te preguntan qué haces, ¿te sientes más un compositor, un productor, un conceptualizador, un asesor?

-¡Asesor, wow! No sé, más bien yo creo que un catalizador para que las cosas sucedan. Gente que tiene el disco a medias, o en veremos, llega aquí a pedir consejo. Siempre están llegando demos de muchas cosas y uno puede ofrecer una opinión.

—¿Y cuál es tu sello de trabajo?
—Yo creo que lo que me importa es que todo esté de un nivel hacia arriba. Me importan tres cosas, básicamente: que se escuche bien, y que tenga carácter y estilo.

—¿Y es eso lo que privilegian hoy los “clientes”? Te lo pregunto también en tu calidad de productor.

—Yo voy a recitales de la Javiera, de Lucybell, de Electrodomésticos, y me doy cuenta que éste es un país de baladistas, las grandes canciones son siempre baladas. Y eso me gusta, pero también extraño más variedad; grupos con más humor, quizás, no tan llorones. Y eso pasa también por un asunto de negocio: faltan productores y falta gente que anime el circuito comercial.