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Electro-mapuche 17/4/2004

17 de Abril de 2004 | 18:48 |
Electro-mapuche

Íñigo Díaz 17/4/2004

Sólo la experiencia de haber sido compinche del revolucionario bajista eléctrico Jaco Pastorius en Nueva York durante los 80 y su larga pertenencia a la comunidad mapuche Kallfulikan, pudieron engendrar un punto de confluencia musical de vertientes tan disímiles. Ernesto Holman es el mítico bajista eléctrico de Congreso. Desde su inclusión en el ensamble al finalizar los 70 y su participación en el clásico álbum Viaje por la cresta del mundo (1981), el fondo sonoro de la banda cambió para siempre pues de cierta forma fue adoptado por Jorge Campos. Holman había desaparecido de los circuitos hasta que su álbum Ñamco (2003) -con una obra nominada al Premio Altazor- lo puso nuevamente en los anuncios.

Durante una otoñal noche capitalina subió al escenario de la sala de la SCD para mostrar, por fin y frente a un público, todo el trabajo que realizó largamente en la soledad de su propio laboratorio y como un metódico científico. Un repaso más que completo de su ópera prima como solista, que hoy transforma en un verdadero mapuche del futuro, un sacerdote electrificado al sur del Bío-Bío. Porque la puesta en escena de su show no hubiera resistido un cable más. A la presencia de sus bajos fretless de seis y cuatro cuerdas, Holman sumó a dos de sus alumnos: José Miguel Vergara y Rodrigo Herrera. Ambos son bajistas, pero esta vez actuaron como acompañantes a cargo de las percusiones electroacústicas y los teclados, respectivamente.

Holman expuso su muy particular investigación musical. Aquélla que une el modus operandi solista de un fenómeno como Pastorius y un marco teórico adscrito a la sabiduría ancestral del pueblo mapuche. Rítmica envolvente, intensidades progresivas y regresivas, cánticos religiosos posiblemente de nguillatunes, percusión a mano desnuda y alzada, e improvisación liberada describieron el tránsito de una jornada para el recuerdo, aunque con errores desde la mesa de sonido que resultaron francamente inaceptables (la molesta y permanente presencia de una orquesta de tango dentro de la interferencia).

´Achawal ül’ y ‘Purrún eléctrico’ marcaron la pauta de esta electrificación de la música originaria mapuche propuesta por Holman, mientras ‘Acuecado’ expuso el trasfondo mapuche que supone el compositor existe en la cueca, develando citas textuales a la tonada ‘Yo vendo unos ojos negros’. Las series de percusión a través del metawe (‘jarrón de greda’ en mapudungun), primero en solitario y luego en dueto con José Miguel Vergara, mostraron otra faceta del talento como intérprete e improvisador de Holman. Finalmente la sucesión de bellos acordes de ‘Ñamco’ tocados en el bajo emularon el plácido vuelo a gran altura del águila que rige la vida de Holman cerraron la noche entre vítores para uno de los compositores subvalorados por el medio masivo. Algo que a él, por cierto, no le produce ni un mínimo de molestia.
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