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Como decía el poeta Vinicius 18/4/2004

18 de Abril de 2004 | 00:00 |
Como decía el poeta Vinicius

Toquinho fue el único de su generación en trabajar con Vinicius de Moraes, creador de la Bossa Nova. Grabaron más de 100 canciones. Ahora, llega al Teatro Municipal a dar tres recitales y rememorar los 90 años del nacimiento del poeta. En entrevista exclusiva cuenta aquí aspectos inéditos de ayer y hoy.


Cecilia Valdés Urrutia 18/4/2004

Este encuentro no tiene lugar precisamente durante una “Tarde em Itapua”. Pero sí se da al anochecer en medio de una atmósfera con ciertos ribetes tropicales. Toquinho viste casaca y pantalones de jeans. Se ve, sin bigotes, más joven y atractivo. Lo acompañan otros brasileños del mundo editorial y de la música, junto a su representante y una “garota” que capta las miradas del público. Llegó con ellos a Santiago, en estricto silencio, contratado para realizar un pequeño concierto a empresarios brasileños, que vinieron especialmente en otro avión.

Nuestra cita es en un conocido hotel del sector oriente, cerca de un piano que deja de sonar al comenzar la entrevista y para dar paso también, por momentos, a canciones suyas que entona durante la conversación. Toquinho debe regresar al día siguiente a su país, para volver a Santiago en dos semanas más para dar los recitales en el Teatro Municipal: el 30 de abril, función que hace tiempo está a tablero vuelto, y la del 1 de mayo, que también se agotó esta semana, por lo que habrá una tercera función, el mismo sábado 1, a las 10 de la noche.

Sencillo y encantador, muy sensible, Toquinho es contemporáneo de otros grandes músicos como sus amigos Chico Buarque, Caetano Veloso, Gal Costa, Maria Bethânia y otros. Sin embargo, fue el único que tuvo el privilegio de componer con el creador de la bossa nova Vinicius de Moraes, más de 100 canciones, como “Tarde em Itapua”, “Maria vao com as outras”, “Para viver um grande amor”, “Aquarela”, etc., que integran el patrimonio mundial de la música. Hoy es uno de los intérpretes brasileños más requeridos en Europa (particularmente en Italia) y Latinoamérica. Y su talento lo lleva a tocar la guitarra con grupos de jazz, de samba tradicional, o junto a una orquesta sinfónica. Sus últimos C.D son “30 años de Toquinho” y “Sólo tengo tiempo para ser feliz”.

Separado hace cinco años, luego de 21 de matrimonio, tiene dos hijos “¡que adoro! (de 19 y 11 años), y con su ex mujer habla, al menos, tres veces al día. Tienen, además, con ella nexos musicales. Sus años con Vinicius y los 90 del nacimiento del poeta los celebrará con Maria Creuza en el Teatro Municipal de Santiago. Y como nos dice: “Cuando entro al escenario me gusta jugar, divertirme, aunque para improvisar hay que estar muy seguro. Ya lo verán en el Teatro Municipal.”


Bossa nova

- ¿Qué pasa con la vida de Toquinho hoy?

“Además de seguir profundamente activo en el mundo de la música, con mi guitarra, que para mí no es precisamente un trabajo porque me encanta, estoy intentando cada vez más de estar cerca del lado de la verdad. Romper con el formalismo cotidiano: decir lo que quiero. Estar con gente buena. Tengo muy pocos amigos y me gustan pocas cosas y muy simples: jugar al fútbol, al billar y el campo”.

- ¿Y qué recuerda como lo más notable de su trabajo con Vinicius de Moraes?

“La naturalidad y la simplicidad con que se hacían las canciones. La mezcla de la vida con la música. La canción era un resultado natural del día, de la noche anterior, del juego con los amigos, y salía una canción sin la preocupación profesional o discográfica. Cuando llegábamos a tener unas 20 canciones nos preguntábamos, ¿qué hacemos con esto?: un disco. Ése era el clima”.

- ¿En algún momento tomó conciencia de que estaba protagonizando un nuevo ritmo, la bossa nova?

“En todo el mundo existe confusión al respecto, porque, por ejemplo, Chico Buarque, Caetano Veloso, Gal Costa, Maria Bethânia y yo somos más bien hijos de la bossa nova. En 1968 empezamos todos juntos. Teníamos 16 y 17, 18 años, y lo que hice después con Vinicius no fue exactamente bossa nova. Claro que fui el único que tuve el privilegio de trabajar con él, a pesar de la diferencia de edad, y soy el único nexo directo con sus protagonistas. Asimismo, hicimos un show memorable, en 1977, con Jobim, Vinicius y la hermana de Chico, que tuvo un año de presentaciones. Tuve entonces una conexión muy grande con Jobim, otro de los pilares del bossa nova; por eso soy un portavoz en cierta forma, y estoy escribiendo la historia de la bossa nova, además de 2 CD, con 30 canciones importantes de esa época, 1950-58; y un DVD con personajes que todavía están vivos de ese tiempo tan clave”.

- ¿Cómo definiría lo que es la bossa nova?

“La bossa nova fue una época y un movimiento, una concepción de música - tanto armónica, rítmica y poética- que cambió la valorización de la música brasileña. Porque nuestra música era siempre una continuación del bolero mexicano, el tango argentino, la samba. Era una fusión de esos ritmos. Pero después llega a la música brasileña João Gilberto, un cantante que tocaba la guitarra de una forma especial y que da a la música brasileña una atmósfera distinta, por la forma de tocar la guitarra, de dividir la canción, la forma de hacer la melodía, el buen gusto de cantarla, con una gran influencia, por cierto, de los clásicos contemporáneos”.

- Se tiende a creer que la bossa nova, por su improvisación, toma también directamente del espíritu del jazz.

“El jazz y la música brasileña bebieron de la misma fuente; es decir, de Debussy, de Ravel, de Villa-Lobos. Y la gran transformación de la bossa nova es producto de tres pilares: Jobim, quien dio las armonías de las melodías basadas en los clásicos contemporáneos, por coincidencia el jazz también se basa en los músicos contemporáneos. João Gilberto, como decía, quien da la parte rítmica; y la poesía que Vinicius bajó de su pedestal de poeta, cambiando todo un concepto “bolerístico” que existía de las palabras”.

- ¿Qué significado tiene volver a interpretar con Maria Creuza, en el Municipal?

“No la veo hace unos diez años. Pero ella formó parte de mi vida en un momento, después cada uno tomó su camino. Y volver a cantar con ella es regresar a Buenos Aires, en 1970, cuando hicimos el primer disco y recitales con ella y Vinicius. Es volver en el tiempo de una forma buena.”


La nota justa

- Las canciones que hacían con Vinicius usted dice que son distintas ¿pero tomaron de la bossa nova?

“Nosotros podíamos interpretar una misma canción con el ritmo y la armonía de la bossa nova, o no hacerlo. Hice canciones con Vinicius que podrían ser perfectamente de bossa nova, con la misma estructura más compleja y refinada adaptada en la cancion popular. Pero también realizamos otro tipo de canciones: para niños, para reír y jugar. Hicimos casi 30 discos juntos”.

- ¿Cómo componían?

“En Brasil se llama ‘parcerias’, que son dos autores que hacen canciones. Uno está a cargo de las palabras: el poeta; y otro hace la música, que era yo. El gran desafío era cómo Vinicius conseguía traer la poesía para la música, lo que es muy complejo. Él era un músico también. Salvó muchas melodías mías y de Jobim. Yo tocaba melodías improvisadas y me decía regresa a esa frase; tú hiciste una canción. Volvía y salía una canción. Tenía un oído excepcional, y sabía como poeta dar a la melodía la palabra justa, lo que es muy difícil. Entonces, al musicalizar un poema, mi desafío era encontrar la nota justa para que el sonido transmitiera. Con él las palabras entraban de una manera mágica el la música”.

- Pero ¿también se dio un intercambio entre ambos, en términos de poesía?

“Sí, había una fusión. Él me decía haz la melodía más arriba, para abajo; y yo le colaboraba con algunas palabras también. Pero sólo en un 20 por ciento. Era muy orgulloso y vanidoso (ríe). Una vez hicimos una canción con Chico Buarque, “Poeta e poeta” para Vinicius. Llegué a él una noche diciendo que tenía una canción sin palabras, y me dijo ‘gracias muy buena’. Le conté que a esa canción le iba a poner poesía. Pero me respondió: ¿por qué no distribuyes esa melodía entre todos los poetas de Brasil y cada uno me hace un homenaje? Así era de vanidoso.

- ¿Cuál fue para usted una de sus principales enseñanzas?

“Nos regalamos cada uno al otro lo que necesitábamos en la época. Yo era un autor jovencísimo con las melodías ya hechas buscando un poeta. Un aval de vida. Vinicius fue quien me dio toda su experiencia profesional y de vida; y yo le entregaba lo que el no tenía más: la juventud, las ganas de hacer las cosas con brillo joven”.

- Usted tiene una manera singular de tocar la guitarra.

“Siempre he buscado la claridad. Las notas limpias, no me gusta la guitarra sucia. Busco tocar la guitarra con mucha pureza de sonido, pero con ritmo y melodías muy oreja”.

- Y las canciones que ha hecho, casi todas, tienen que ver con la vida, el amor, y como alguien dijo está presente una alegría triste.

“Sí, esa frase creo que es de Chico. La música brasileña tiene siempre una nostalgia, que quizá viene de la época de los esclavos. Toda la música brasileña es un regalo de ellos. Y la música que hicimos con Vinicius tiene mucho de eso. Él decía que la tristeza era más creativa que la alegría”.

- Si tuviera que escoger dos o tres canciones que hicieron juntos, ¿cuáles serían?

“Una de ellas es ‘Tarde em Itapua’ (de la que entona una parte), y que voy a interpretar en el Municipal. Esa fue la canción con la que me gané la confianza de Vinicius, porque al principio estaba como probándome. Todo partió en su casa en Bahía, donde descubrí sobre la mesa un poema bellísimo, que me contó le iba a encargar su musicalización a alguien muy importante. Al día siguiente le robé el poema. Estuve una semana dedicado a hacerle una canción bellísima. Cuando la terminé, la oyó como diez veces, y me dijo: a partir de hoy mi confianza en ti es mucho más grande. Lo más difícil ahí no sólo fue encontrar la melodía, sino que hacer la canción justa. Intenté salirme fuera del lugar común en melodías, pero al mismo tiempo hacer algo que llegara. Las cosas simples son más difíciles. Otra canción crucial fue realizada en una ‘parceria’ póstuma: “Aquarela”. Una parte correspondía a ambos y la otra no. Sucede que habíamos hecho una pequeña canción con Vinicius para una novela en Brasil. Él murió, y después de un tiempo estuve con un compositor italiano, quien me hizo recordar la canción con una suya: unimos las dos y salió en cinco minutos la melodía. Pero Vinicius estaba ahí.”

- Llama la atención la complicidad que llegaron a tener, que se observa en el disco “El poeta y la guitarra”.

“¡Eso fue algo muy hermoso! Me preguntas por algo que representa el alma de nuestra complicidad. Porque nosotros hacíamos todo juntos, con mucho juego. El espectáculo era una diversión. Y en una ocasión estábamos en Nápoles haciendo un tour con el presidente de la RCA. Entramos a almorzar a un restaurante familiar, y llegamos a una casa de campo con cuatro o cinco mesitas. Nos dieron de comer unas cosas bellísimas y después de almorzar tiré la guitarra y nos pusimos con Vinicius a cantar canciones viejas. Esa gente no conocía ni una sola canción, pero cantamos con ellos. Y ese presidente de la RCA dijo vamos a grabar un disco así. Lo hicimos todo en cuatro horas, y salió de esa manera natural y cómplice”.


La renovación

- ¿Qué siente en las noches en que interpreta sus canciones con más historia?

“Una cierta nostalgia, pero como yo he crecido mucho profesionalmente: es una “saudade” positiva y renovada”.

- ¿Ve hoy una suerte de neo bossa nova?

“Siempre existió, porque la bossa nova fue un regalo que ellos nos dieron a nuestra generación. En ese tiempo de todos los ritmos en boga, elegimos la música brasileña. Esa bossa nova está en la piel, y sale fuera en la manera de tocar, de interpretar, hasta en el rock brasileño está presente. Cazuza, por ejemplo, quizá el más grande autor de rock, grabó al final de la vida un disco de rock bossa nova, que fue un gran suceso. El bossa nova existe en todo nuestro comportamiento musical”.

- ¿Hay discípulos?

“Existe una mezcla, con individualidades; por ejemplo algunos se acercan a Chico, otros a nosotros”.

- ¿Qué nos puede contar de sus últimas grabaciones?

En uno de mis últimos discos “Sólo tengo tiempo para ser feliz”, con la participación de Chico y otros hicimos canciones con sonidos algo más nuevos, pero lo que prevalece es la guitarra, la forma de cantar y esa atmósfera de la canción ‘Tarde em Itapua’. Porque creo en la coherencia musical. Mis canciones de hoy no varían sustancialmente de las del pasado. No incorporo el pop ni otros”.

- En cuanto al público, parece ser que este ritmo brasileño de ser tan popular ahora llega a uno más exquisito musicalmente hablando.

“Depende de cada país. El público, además, se renueva. Ahora, por ejemplo hice una gira en Italia y el promedio eran 10 mil personas. Ellos querían oír de una manera natural y directa.

Aquí en Chile veo siempre un comportamiento algo más formal que me gusta. La música entra aquí en una forma más saboreada, de elites quizás. Esa cosa seria en Chile me encanta, porque la gente oye más”.

- Si pudiera escoger a tres cantantes para grabar hoy, ¿quiénes serían?

“Andrea Bocelli, que quiere grabar un disco conmigo. Plácido Domingo, que me fascina por su musicalidad, por su canto; y me gusta mucho especialmente Paul McCartney; para mí, él es la verdadera alma musical de los Beatles”.


Toquinho y su “violão”

Antonio Pecci Filho (conocido como Toquinho, desde niño) nació en Sao Paulo en 1946. Desde los 14 años estudia guitarra. En 1966 graba su primer disco con Chico Buarque. Y desde principios de los 70, por casi 11 años, compone con Vinicius. Crean más de 100 canciones, convirtiéndose en un fenómeno mundial. Hoy Toquinho sigue grabando CD y realizando giras.

Últimos CDs

“30 años de Toquinho”. RCA. (743212372-2)

“Só tenho tempo para ser feliz”. Movie Music. 2003. (7896410618583)

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