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Aletargada ley protege a los instrumentos 18/4/2004

18 de Abril de 2004 | 00:00 |
Aletargada ley protege a los instrumentos

Promulgada en 1973, la norma legal reserva al Estado la conservación y restauración de piezas “de valor histórico”.


Miguel Castillo Didier.
Víctor M. Mandujano 18/4/2004

Por extraño que resulte (no por su espíritu, sino por su no aplicación), existe en Chile una ley que protege a los instrumentos musicales “de interés artístico nacional”. La norma legal tiene el número 17.929 y es una de las últimas promulgadas durante el gobierno de Salvador Allende. Tras la presentación que hizo el entonces senador Volodia Teitelboim, el cuerpo legal fue aprobado unánimemente el 19 de abril de 1973. Se publicó dos meses más tarde, el 13 de junio.

Para dar forma a esta legislación, Teitelboim contó con la asesoría de su secretario, el organista y profesor Miguel Castillo Didier, hoy director del Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos de la Universidad de Chile.

“Un grupo de músicos nos organizamos en 1970 en la Asociación de Organistas y Clavecinistas de Chile. Dábamos recitales en la Iglesia de las Agustinas y nuestra presidenta fue la profesora Carmen Rojas, quien hasta hoy cuida el órgano de esa iglesia”, recuerda Miguel Castillo Didier.

- ¿La Asociación impulsó la promulgación de la ley?

“Viendo el abandono en que estaban los órganos en Chile a partir del Concilio Vaticano, pensamos hacer algo para proteger los 52 instrumentos valiosos que tiene Santiago, pues, salvo excepciones, la Iglesia no se preocupaba, limitándose a hacer música con guitarra”.

“La mayoría de los órganos de Chile son valiosos. No son tan grandes, pero sí muy hermosos, y al no ser tocados comienzan a arruinarse. Dimos forma a un borrador donde se estipulaba la creación de una comisión ad honorem (dependiente del Ministerio de Educación) para hacer un catastro de los instrumentos en Chile. La comisión debía estudiar los órganos más valiosos y pedir al ministerio que los declarara instrumentos ‘de interés artístico nacional’. Se le pidió al senador Teitelboim que presentara el proyecto por ser uno de los parlamentarios de mayor trayectoria intelectual”.

- ¿A qué propende la ley?

“La comisión (integrada por la profesora Carmen Rojas, el compositor Alfonso Letelier, el profesor Samuel Claro y Castillo Didier, entre otros) debía interactuar con el Estado. De hecho, algunos órganos lograron el estatus de instrumentos ‘de interés artístico...’, como el colonial (de coro) de la Catedral de Santiago. También el de Las Agustinas (calle Moneda), un instrumento alemán de 130 años. Es hermosísimo y está en muy buen estado. Otro es el órgano francés de la Iglesia de San Alfonso (Blanco Encalada). Luego de esa etapa correspondía la restauración y conservación con fondos estatales”.

- ¿Le ley sólo apunta a órganos, pianos y clavecines?

“Se habla de ‘instrumentos antiguos o de valor histórico’. Pensábamos en pianos, órganos y clavecines porque están en lugares donde pueden tener un uso social, con recitales y conciertos para la comunidad. No obstante, la ley puede beneficiar a otros instrumentos”.

- ¿Qué falta para reactivarla?

“Amparados en la nueva institucionalidad cultural, que el ministro José Weinstein rearme la comisión y consiga, aunque sea de a poco, rescatar instrumentos. No dejar morir los 52 órganos que tenemos en Santiago y que son de una riqueza increíble. En las regiones hay otros tantos muy valiosos”.

- A partir del Concilio Vaticano, ¿se perjudicó el desarrollo de los órganos en Chile?

“Ese descuido fue generalizado en América Latina. En Europa no se interpretó así. En los países nórdicos, los organistas reciben una remuneración estatal. Hacen recitales el domingo por la tarde y, normalmente, comienzan a tocar media hora antes de la misa. En Sudamérica se interpretó como ‘borremos la maravillosa música sagrada y pongámonos con un par de guitarras muy modestas’. Está bien que se incorporen los instrumentos autóctonos, pero que no se olvide todo ese tesoro musical que pertenece no sólo a la iglesia, sino que a la cultura de la humanidad. También ha influido la menor formación musical de los sacerdotes. Antes, el estudio de la música gregoriana era muy importante”.

- En el sótano de la Facultad de Artes hay un órgano completamente desarmado...

“Son dos instrumentos, uno francés y otro norteamericano. Están en unas cajas y habría que hacer un esfuerzo para repararlos. No obstante, el primero debe ser el órgano Cavaillé-Coll (1867) que está en la Iglesia de la Preciosa Sangre (Brasil con Compañía). Ese instrumento se tocó hasta el terremoto de 1985, cuando se produjeron graves daños en la torre de la iglesia. Afortunadamente, no cayó material en los tubos del instrumento. Tiene 15 registros y necesita un trabajo urgente. Ése sería un rescate inigualable. En Europa los Cavaillé-Coll son venerados”.


Perplejidad ministerial

En el Departamento Jurídico del Ministerio de Educación se quedaron de una pieza. Nadie en esa repartición conocía una ley que protegiera instrumentos musicales de “interés artístico nacional”. Menos que la cartera tuviese esa responsabilidad.

Con paciencia franciscana, la abogada ministerial Perla Fontecilla dio con la clave: la ley es la 17.929 y comenzó su vigencia el 13 de junio de 1973. Establece normas de protección a los instrumentos antiguos y a los órganos y crea la Comisión de Instrumentos Históricos conformada por 11 miembros: “Esta ley nunca se aplicó y para hacerlo hay que constituir una comisión. No encontramos datos que documentaran la formación de dicha comisión”, explica Fontecilla.

“A primera vista, pienso que debería ser responsabilidad del Consejo Nacional de la Cultura poner en valor ese cuerpo legal. La cuestión es saber qué voluntad hay al respecto y eso habría que conversarlo con José Weinsten. Ésta es una ley que desconoce el 99,9% de la población. Sería importante retomar este punto y recordarles a las personas que esta norma está vigente”.


Volodia, el gran protagonista

Desde su plácida casa ñuñoína, el ex senador y Premio Nacional de Literatura Volodia Teitelboim recuerda: “Vinieron a verme fabricantes de instrumentos musicales, vendedores de guitarras y gente que estaba muy preocupada por el descuido de los órganos existentes en las iglesias de Chile. Ayudar con este proyecto me pareció algo muy necesario y muy bonito. Han pasado más de 30 años y persiste un problema de olvido y de abandono de esos instrumentos tan nobles”.

“Es necesario cuidar esos órganos antiguos como aquellos edificios históricos. Eso forma parte del alma de un país. Debemos establecer una cultura de protección de los instrumentos. Un pueblo que escucha música, hará música y será mejor. Hay que apresurar la vigencia de esta ley porque el tiempo hace lo suyo y terminará con todo. El ministro Weinstein debería tomar esa carta en sus manos. Le corresponde plenamente y le hará un bien al país y a su cultura”.