
La bailarina española Aída Gómez.
SANTIAGO.- Bailarina, profesora, directora y productora de su compañía, Aída Gómez (1967, Madrid) se las ha arreglado para, de algún modo, ejercer también una embajaduría itinerante del baile español en el mundo. Viene llegando de un período de presentaciones en Japón, donde ofreció dos conciertos diarios para un promedio de seis mil personas durante un mes, y confirmó las ventajas de haberse dedicado a una disciplina artística para la cual el idioma da igual.
—A mí esas dos horas de silencio de un espectáculo, en las que no hace falta ni hablar, me hacen feliz: la gente me está entendiendo con mi cuerpo, con mis sentimientos. Por todo lo que me muevo en el mundo, creo que es un momento en que la gente quiere ver verdades, cosas auténticas. Y yo no sé qué haría sino tuviera esta forma de expresarme.
Con los chilenos sí que puede interactuar a nivel verbal, y además de las tres presentaciones que ofrecerá esta semana en el Teatro Municipal de Santiago (ver recuadro), la bailarina se dará un tiempo para compartir con profesores locales de flamenco y ofrecerles una "clase magistral" durante la mañana del jueves. "Creo que aprendo mucho más con la docencia que con el baile", explica Aída, artista que confía en las bondades del trabajo en equipo como lo demuestra un currículo infiltrado por grandes nombres del arte de su país, sobre todo el cineasta Carlos Saura y el bailaor Antonio Canales.
Que uno haya visto a la madrileña en la película
Salomé no significa que pueda ahorrarse asistir a la versión escénica que se montará esta semana en Santiago.
—La película es lo que Carlos Saura ha querido mostrar, y en el teatro uno se siente y elige lo que quiere ver. Además, la película se rodó hace dos años y la obra ya tiene un rodaje que la hace muy distinta –-advierte Aída al respecto. Su relación con el hombre de
Carmen y
Pepermint frappé es un flujo vivo que podría desembocar pronto en un nuevo trabajo fílmico en torno a la vida y obra del compositor Isaac Albéniz (
Suite española)—. Mi relación con Saura ya es como con un padre. Tenemos un lenguaje muy similar hacia la profesión. La verdad, nos gusta arriesgarnos.
—Mejor dicho, en ciertos momentos han sido ambos bastante polémicos.
—Sí, yo creo que los dos somos bastante rebeldes. Para hacer algo comercial, cualquiera puede. El rollo es hacer algo difícil, con calidad, y que la gente se sensibilice ante ese lenguaje.
Delgada y amable, paciente en la entrevista pese a haber llegado hace horas desde el aeropuerto tras cruzar el Atlántico, uno se pregunta cómo es que Aída Gómez lleva dos años personificando a un arquetipo histórico de tal intensidad femenina como la bíblica Salomé. La mujer que pidió la cabeza de Juan Bautista puede ser una incomprendida, según la española, quien invita a redescubrirla.
—Los personajes son ellos y sus circunstancias. No sabemos demasiado sobre Salomé, más allá de que en su vida tampoco la tuvo fácil. A mí lo que me atrajo en ella fue su sensibilidad. Es cierto que en la obra Salomé parte tranquila, y acaba siendo una mujer muy rabiosa, ¿no? Pero también la mujer latina ha dado siempre esa ambigüedad, y quizás eso me va muy bien a mí, quizás por mis circunstancias de vida, en el sentido que te has buscado la vida sola, no has tenido un hombre al lado. Tampoco creo que sea bueno amar así, me parece insano totalmente. Salomé vive lo que ella siente, que hoy en día también es algo muy difícil. Yo la veo como una mujer muy de hoy.
Si a Aída Gómez no le agrada el calificativo de "bailaora" es, precisamente, porque obras como
Salomé integran mucho más que el puro flamenco. Hay fusión de géneros en este espectáculo —que la española define como "estilizado y vanguardista"—, y en la trayectoria completa de una mujer que llegó a ser directora del Ballet Nacional de España a la edad récord (por lo joven) de treinta años. A los siete se inició en clases de baile. Hoy está comprometida con una disciplina férrea que sólo tiene sentido en una vida orientada para y por la danza.
—¿Autoritaria? Creo que jamás exijo más de lo que me exijo a mí misma. En la danza hay que ser muy disciplinado. Se necesitan muchas horas, ser constante; el cuerpo cada vez te rinde menos y uno tiene que exigirse más. Llega un momento en que me pregunto ¿y cuándo me aburro? Pero no me aburro.
“Salomé”
Compañía de Aída Gómez.
Dirección escénica de Carlos Saura.
Martes 20, miércoles 21 y jueves 22 de abril.
Teatro Municipal de Santiago
19 horas.
Entradas a la venta en boleterías del teatro, Parque Arauco y Fonoventas (800 471000).
Precios de entre $2.500 y $25.000.
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