El poeta chileno recibió el Premio de manos del propio Rey Juan Carlos.
SANTIAGO.- "Jamás me he puesto nervioso por nada" dice al teléfono desde España, el recientemente galardonado poeta chileno Gonzalo Rojas, a pocas horas de haber recibido el prestigioso Premio Cervantes de manos del Rey de España.
Su respuesta es categórica y no esconde la molestia que le produce el comprensible acoso de la prensa chilena tras la entrega del llamado Nobel de las letras hispanas: "Lo único que me han preguntado los periodistas chilenos es si me puse nervioso durante la premiación, en qué voy a gastarme la plata y cuáles son los poetas chilenos que estoy leyendo".
-¿Qué importancia le atribuye usted a este premio?
La misma importancia que se le suele atribuir a los premios. Es el reconocimiento a un ejercicio poético largo, casi siempre extenso. Nada más.
-El Rey en su discurso dijo que usted era un hombre que ha logrado descifrar el significado del mundo. ¿Cuéntenos qué ha logrado descifrar?
Yo no he descifrado nada. Sólo soy un pequeño escritor, un eterno aprendiz a quien le fue dada la palabra.
-Todo premio significa un cambio. ¿En qué medida este premio cambia su vida?
Mire, lo terrible de este premio es que uno vive en el "apremio", porque no hay un minuto para descansar. A todo el mundo se le ocurre llamar a toda hora desde distintos países y es agotador. Ahora mismo me está esperando un auto allá afuera para llevarme a una recepción a la embajada chilena. Espero que sea lo último.
Sin embargo, lejos de la calma, al poeta chileno le espera una apretada agenda en Europa que incluye lecturas y encuentros en nueve universidades de España además de encuentros con estudiantes de Austria, Alemania, Italia y Rusia, para luego volver a la apacible Chillán, donde reside. “Es lo único que quiero”, dice para terminar.
