Confitería Torres
Tras de inventar el hit mundial “Color esperanza” hace dos años y de hacer bailar hasta al Papa, Diego Torres, el hombre que dejó ir a Angie Cepeda perdió a una mujer aún más importante en su vida: a su madre. Pero ni por eso deja de ser el optimista por definición, como lo prueba ahora con su disco nuevo,
unplugged y para MTV.
David Ponce 23/4/2004
Ahora que ya empezó la campaña para las próximas elecciones en Chile, como lo prueban los recientes sucesos en Haití, es sólo cuestión de tiempo para responder este simple test: cuántos políticos tendrán la creativa idea de usar una canción que funciona de maravillas en spots, actos, jingles, desfiles, choripanadas, puerta a puertas y otros eventos, llamada “Color esperanza”.
Para ellos, por si acaso, el dueño de la música tiene algo que decir. No.
El cantante argentino Diego Torres está acostumbrado. Ya dijo no el año pasado cuando pasó lo mismo en Uruguay, por ejemplo. “Porque no tienen el permiso y porque no quiero que las canciones las usen los políticos. Y si los autores no dan la autorización no puedes usar el tema”, dice. Desde que Torres la grabó en su disco “Un mundo diferente” (2001), esa canción pasó directamente a las marchas callejeras en Argentina, luego a los colegios, y últimamente el Papa hizo palmas con ella en su visita del año pasado a España.
Tres años después, Diego Torres, de 33 años, está en un restaurante tradicional en las afueras de Buenos Aires, bajo un parrón, al lado de un canal con patos y con graznidos de pájaros tropicales a lo lejos. Es el día siguiente al show
unplugged que grabó el 4 de marzo para MTV en los estudios Baires de esta ciudad. Ése será su próximo disco. Y, coincidencia, esos estudios fueron su primer lugar de trabajo, cuando ni soñaba con ser cantante, apenas pensaba ser actor y lo que quería en realidad era hacer la cimarra: aquí filmó su primera película en 1987.
Joda unplugged
Diego Torres tenía quince años en ese tiempo, y el protagonista de su primera película era un veterano: Jorge Porcel, el mismo de la dupla Porcel-Olmedo. “Te voy a ser sincero”, recuerda. “Yo estaba, creo, en quinto año y como mi hermana también trabajaba en la película arreglé todo para trabajar ahí y no ir por dos meses al colegio”.
Torres recuerda el título de esa obra fundacional. “‘El profesor punk’”, dice. “¿Cuasi bizarro? Bizarro al cuadrado. Como Alberto Olmedo había muerto hacía un par de meses, fue dedicada al negro Olmedo. Y me acuerdo que el Gordo Porcel estaba encantado con nosotros y nos metía en su auto y el Gordo, que es amante de la música, nos hacía escuchar boleros, música clásica”.
De entonces data esa comedia que Torres parece contar todo el tiempo. Su
unplugged incluirá un CD con la música y un DVD con la imagen, pero bien podría tener además un tercer disco con las rutinas que inventó, siempre sonriente y canchero, durante las pausas de la grabación.
En una de ellas tocó al piano una inesperada versión del standard jazzero “Misty”: grato. Luego preguntó qué canción seguía en el show. ““¿Sueño?” Sueño es lo que tiene esta gente si no la reanimamos con algo”, dijo indicando al público: buen humor. “Vení, abrazame. Que esta gente sepa de nuestro amor”, gritó luego arrojándose con pasión a los brazos de un asistente pelado y maceteado: joda argentina. Improvisó con su grupo el clásico coro de discoteca “nananí nahiná” de Crystal Waters - o sea, jam session- y terminó en un monólogo con un perro imaginario que le pasa una lengua imaginaria en una plaza imaginaria - o sea, standing comedy- tras la juerga discotequera. Diego Torres, un artista completo.
Torres nunca deja de ser actor. Aunque esté cantando.
- Eso tiene que ver con que tengo una familia grande, soy el más chico y mi casa era risa y comedia. Desde chico decían que era bastante payaso. Cuando oigo reír a la gente es como que se me ríe también el alma.
Pop auto-ayuda
Si naturalmente Diego Torres es un divertido, oficialmente es otra cosa algo distinta: es un optimista. Por ejemplo, a propósito de discos
unplugged, los que más le gustan son, coincidentemente, los menos entretenidos. Maná. Bryan Adams. Alejandro Sanz. Eric Clapton.
- Me encantó porque venía escuchando a Eric Clapton, tenía sus discos, pero lo que logró en ese disco con su repertorio es impecable - comenta. Su propio
unplugged tiene algo en común con el de Clapton. El guitarrista grabó ahí “Tears in heaven”, un adiós a su hijo Conor, que había muerto poco antes. Torres puso en su disco la canción “Tal vez”, donde toca el piano: es un adiós a su madre, la actriz Lolita Torres, que murió en medio de la intensa gira del cantante en septiembre de 2002.
- No, sinceramente no había pensado en eso -dice, sobre la coincidencia- . Esa canción refleja esa locura mía de, por un lado, estar con esta gira, hacer los trece (conciertos en el estadio) Luna Park acá en Buenos Aires, y ese contraste con la historia de ir de la terapia intensiva donde estaba mamá, pasar de la clínica a cantar todas las noches... A mí me sirvió porque era ir a jugar, me despejó mucho, pero también acomodar eso en el cuerpo era difícil.
Diego Torres, el hombre que dejó ir a la actriz colombiana Angie Cepeda, su ex novia, perdió una mujer aún más cercana. El tipo que popularizó títulos cuasi-auto-ayuda en “Deja de pedir perdón” o “Tratar de estar mejor”, ahora escribió de verdad una canción triste. O casi.
- Yo siempre hablo de la aceptación - responde- . Cuando te pasan estas cosas, un amigo me decía, primero está el sentimiento, te afectan. Después está la aceptación. Y después vendrá otra etapa, que todavía no he llegado, que es el entendimiento. Soy una persona positiva, que busca desesperadamente ser feliz. Que se angustia, llora y se entristece con las cosas. Pero tengo un sentido del humor nato, y a veces ese sentido del humor también es inversamente proporcional a la tristeza y al bajón que me como.
Gol de Diego
- Lo tenemos - acaba de gritar Diego Torres en el estudio: después de tres horas, dicienueve canciones, tres de ellas nuevas, dos repeticiones, varias rutinas y más interrupciones, el primer MTV
unplugged grabado fuera de EE.UU. está listo.
Y es como si el equipo hubiera hecho un gol. Todos se abrazan, hay dos niños en el escenario, cae papel picado y Torres firma autógrafos al borde del escenario. Gol de Diego.
- Yo soy muy futbolero y desde chiquito jugué al rugby también. Como familia grande, hermanos, siempre tuve ese concepto de equipo. Y eso se traslada - comenta. Ahora está abrazado junto a su banda, que incluye por igual a un baterista del pueblo de Arroyo Seco en Argentina, a un guitarrista peruano y a un percusionista cubano.
- En este momento para mí es mucho más importante esto que ir a grabar con Johnson Stewart (inventa el nombre) que grabó con Elton John (nombre real) y que ¡ni saabe! quién soy yo, y que te dice ‘Ah, beautiful sound, great, man’ y ¡qué carajo le importa! ¡Todos te dicen lo mismo! ¡Es mentira, el tipo!
Otra ventaja de grabar el primer
unplugged fuera de EE.UU. es que Torres se ahorró la burocracia de las visas para entrar al Imperio, sobre todo con un cubano en el equipo.
- En la última gira que hicimos en Estados Unidos al cubano fue un quilombo conseguirle la visa - recuerda. Sólo salvó la situación el embajador de EE.UU. en Uruguay, que había ido a un concierto de Torres en Punta del Este.
- Silberstein, se llama. Arrancamos la gira y el tipo le consiguió la visa al cubano en Venezuela. Que hoy es como Bagdad. O sea, con Chávez ahí es como un grano en el c... para los norteamericanos, ¿no? - sonríe. Pero tampoco estuvo todo fácil en Venezuela. Si Alejandro Sanz tuvo su altercado con Chávez, Torres también tiene su historia.
- Pará que te cuento - dice cuando ya anochece en Buenos Aires- . “Color esperanza” fue la canción contra Chávez en las manifestaciones. Cuando fuimos el año pasado a hacer el concierto a Venezuela, yo no podía obviar lo que había provocado la canción allá. Entonces después del concierto dije “Bueno, yo sé que esta canción significó mucho, yo lo único que deseo es que el pueblo venezolano salga adelante, que pueda tener una democracia y una libertad”... y empezó entre el público uno que estaba en contra de Chávez y uno que estaba a favor, y que sí, que no. Y les digo calma, que en definitiva quiero que mi mensaje no se tergiverse y que Venezuela salga adelante - explica, de plano embrollado. Hasta un éxito global como “Color esperanza” puede traer malos ratos. Es cierto: después de eso es difícil que Diego Torres preste esa canción a los políticos.