Escuchando a Krylov
Daniel Quiroga 24/4/2004
Es claro, no es la primera vez. Cada audición de sus programas desata las ovaciones que ahora ha recogido Sergej Krylov en el teatro de la Universidad de Chile, junto a su acompañante, la pianista Stefania Mormone, ejemplo de profesionalismo y eficiencia. El final de la actuación de este dúo que recorre el mundo musical, dejó a todos perplejos. Luego de obras poco divulgadas de Prokofiev (op. 35 y 94) aunque no menos exigentes técnica y musicalmente que el número final, que fue la Sonata en La Mayor de César Franck. Gran parte del auditorio se levantó de sus asientos, aplaudiendo con calor pocas veces visto en localidades altas y bajas. Luego de salir a saludar unas tres veces, el dúo tomó su sitio junto al piano manifestando su aceptación al pedido.
El violinista ruso y la pianista italiana, renovaron su hazaña y accedieron al bis. Pero era diferente a lo corriente en los concertistas visitantes. No fueron uno ni dos, sino cuatro títulos, los que renovaron la ovación, que salía de un público entusiasmado al oír semejantes “extras”. Allí estuvieron de Falla (arreglo de Kreisler para Danza de “La vida breve”) Sarasate (Introduzione e Tarantella y “La Zingaresca”) y finalmente el popularizado “Hora Staccato” de Dinico, en arreglo de Heifetz. Como diciendo: “Querían bis, pues aquí están...”
En una agitada conversación, manejada en castellano, ruso, italiano e inglés, el virtuoso y su acompañante recibieron en el escenario los autógrafos y consabidas preguntas acerca de su recorrido por el mundo, la posible fatiga de su labor y el recorrido que seguirán. Era otra fase del amistoso contacto que ellos compartieron con el público, junto al reparto de torta y café celebrando las diez temporadas de visita a Chile. No cabe duda, la formación de concertistas en Europa tiene rasgos diferentes a los que aquí se dan.
