LOS ÁNGELES.- La Orquesta Filarmónica de Los Ángeles llamó a quien robó un violonchelo Stradivarius del siglo XVII a que lo devuelva, y prometió a cambio que no se harán más averiguaciones.
La policía cree que el instrumento musical, valorado en 3,5 millones de dólares, fue sustraído el domingo por la mañana durante un robo en una residencia privada, y que probablemente el ladrón o los ladrones no sabían el valor de lo que se llevaban.
El violonchelo, fabricado en su taller de Cremona en 1684 por el luthier italiano Antonio Stradivari o Stradivarius, mide 75,5 centímetros de largo y su madera está barnizada en tono de castaño dorado.
La pieza instrumental es conocida como "General Kyd", en recuerdo del militar estadounidense que lo compró hacia 1794.
Es el celo más antiguo que todavía conserva la etiqueta original sin alteraciones, pero sus dimensiones se han reducido.
Originalmente había sido diseñado como un bajo con cinco cuerdas.
La Asociación Filarmónica de Los Angeles ha sido propietaria del "General Kyd" desde hace unos 30 años y el celista principal, Peter Stumpf, ha tocado con él desde octubre de 2002 cuando ingresó a la orquesta.
El "General Kyd" llevó el instrumento a Inglaterra a comienzos del siglo XIX y lo confió a Thomas Dodd, uno de los artesanos más prestigiosos de la época, para reducirlo en tamaño. Los expertos señalan que el trabajo fue excelente.
Las proporciones del violonchelo siguen siendo de las más grandes en instrumentos de Stradivarius, y la presencia de orificios en el cabezal para una quinta clavija indica claramente el hecho interesante de que originalmente tuvo cinco cuerdas.
Antonio Stradivari (1634-1737) ha pasado a la historia de la música como el más famoso fabricante de instrumentos de todos los tiempos.
Desde que en 1680 instaló su taller en su ciudad natal de Cremona, en la norteña región italiana de Lombardía, sus arpas, guitarras, violas, violonchelos y en especial sus violines, han sido los instrumentos más codiciados por los maestros de la música de cuerda, y unas 650 piezas procedentes de sus manos que todavía existen en todo el mundo mantienen intacta su sonoridad única.
