Cuarto Concierto Filarmónico: Festival Ruso
Gilberto Ponce 27/4/2004
Concierto del lunes 26 de abril.
Stefan Lano, prestigioso director estadounidense, además de compositor y pianista, estuvo en el podio frente a la Orquesta Filarmónica de Santiago, en el cuarto concierto de su temporada, que consultaba sólo obras de autores rusos.
Es reconocida la maestría de Nicolai Rimsky-Korsakov como orquestador. Uno ejemplo de los ejemplos más patentes de esta virtud es la obertura “La Gran Pascua Rusa”, que abrió el programa. En ella, el autor recoge antiguos cantos de la liturgia ortodoxa rusa de la Pascua de Resurrección, colocándolos como temas de la obra. A estos se agregan los sonidos de las campanas, tan queridos por los rusos de todos los tiempos. Recordemos que el incienso y el sonido de las campanas, establecen la comunicación con la divinidad.
La versión que ofreció Lano fue cuidadosa en los timbres y en los contrastes dinámicos, recogiendo tanto el espíritu místico como el del júbilo de la Resurrección. Las diversas familias orquestales respondieron a cabalidad las indicaciones de su batuta.
El primer Concierto para piano y orquesta, Op. 23, de Tchaikovsky, es uno de los grandes desafíos para cualquier pianista, en virtud de las extraordinarias dificultades que presenta. En este caso se contó con un muy buen director y una pianista de excepción, Muza Rubackyté, de origen lituano. Es una instrumentista sorprendente desde todo punto de vista, pues además de una excelente figura, es poseedora de una técnica que mezcla la perfección, fuerza, fraseo, musicalidad y una concepción muy personal de la obra, donde la pasión es su principal exponente. La intencionalidad que pone en ciertos fraseos, hace de su versión, algo muy novedoso y personal, pero siempre respetando el espíritu del autor.
Desde la brillante entrada del primer movimiento con las sinuosidades que le siguen, pasando por la poesía del segundo y su sección central de arrebatos expresivos hasta la pasión con todas esas síncopas, en el piano y la orquesta del tercer movimiento, que le dan a la obra ese particular atractivo, fueron interpretados de tal forma que el público exultante logró tres bis de la pianista. Un Bach y dos Chopin, cuya culminación estuvo en el “Estudio Revolucionario”, que solo confirmaron el extraordinario nivel de la solista.
De Dmitri Shostakovich se escuchó para cerrar el programa su Sinfonía Nº 10 Op. 93. Se trata de una de las más importantes entre sus quince sinfonías, y su lenguaje, se mueve entre sentimientos sombríos, ideas irónicas y desenfrenos festivos, teniendo largos pasajes lentos y casi lúgubres, que obligan al director a graduar las tensiones de interpretación para evitar que la obra caiga en lo rutinario. La orquesta, siempre atenta a las indicaciones, tuvo un desempeño excelente, destacándose las intervenciones de diversos instrumentos en los solos pedidos por el autor. La versión de Lano enfatiza los contrastes, y las transiciones temáticas las logra con gran naturalidad, consiguiendo una versión unitaria y de gran tensión dramática. Sin duda un gran concierto, que confirma el alto nivel en se encuentra la orquesta.