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Fama contra fama 7/5/2004

07 de Mayo de 2004 | 00:00 |
Fama contra fama

Tiene apenas dieciséis años, pero ya ha ganado fama mundial cantando un repertorio universal: a Joss Stone le gusta el soul clásico, como lo prueba su exitoso álbum debut, The soul sessions. Y aún no han oído nada. Su primer disco de verdad está por venir.


David Ponce 7/5/2004


Es la ley de la evolución del pop y no hay modo de sortearla: es imposible dormirse en los laureles. Para cada Alanis Morissette viene después una Avril Lavigne. Para cada Travis sigue luego un Coldplay. Para cada Britney Spears sale una Christina Aguilera. Y ahora le pasa a Norah Jones, en el segmento de cantantes jóvenes geniales para adultos. Tiembla, Norah, porque es el turno de Joss Stone.

Aretha Franklin es la indiscutida diosa mayor en la iglesia politeísta de la música soul. Y a Joss Stone la han llamado la Aretha Franklin blanca. Los que oyeron a Joss, incluso antes de grabar, se han deshecho en elogios para sus méritos vocales. Nadie canta como ella los clásicos de la era del soul estadounidense de los ‘60. Aunque hay un par de detalles: Joss Stone es inglesa. Y tiene 16.

O sea, nació en 1987, décadas después de los años de gloria del sello Motown, del productor Phil Spector y Aretha Franklin o Stevie Wonder, entre otras marcas de la edad de oro del soul clásico. Cuando nació la pequeña, lo que estaba de moda era más bien Rick Astley, Guns N’ Roses o Milli Vanilli. Nada muy alentador. Pero Joss Stone fue educada en casa. A su madre, que llama a Joss por su verdadero nombre - Joscelyn- y ahora es su co-representante, le gustaba escuchar música soul.

El bien y el mal han rondado la carrera musical de la señorita Stone. Su disco es así: un culto a la voz, pero sin llegar a los floreos vocales de Mariah Carey. Y su diario de vida lo corrobora. Cuando era chica, la primera canción que se pegó en su cabeza fue “I will always love you”, de Whitney Houston. Mal. Pero el primer disco que se compró, después de ver un aviso en la televisión inglesa, fue una colección de grandes éxitos de Aretha Franklin. Bien. Luego, a los 14 años, fue a un casting para el programa “Star for a night” (“Estrella por una noche”) de la BBC. Ahí cantó “It’s not right but it’s OK”, de la misma Whitney Houston, y el clásico “A natural woman”, de Aretha Franklin de nuevo. Ganó. Pero para salir en TV los productores escogieron por ella: hizo “On the radio”, de Donna Summer. No le gustó, pero así conoció a sus representantes.

Entre ellos figura el clásico viejo zorro que descubre a la pollita nueva. En este caso es Steve Greenberg, un ejecutivo disquero que lanzó al trío pop adolescente estadounidense Hanson (los autores del hit “Mmm bop”), pero también hizo cosas útiles como el compilado “The complete Stax/Volt singles 1959-1968” con el catálogo del histórico sello Stax. Fue contactado con Joss Stone a fines de 2001 y la escuchó cantar a Gladys Knight, Otis Redding y Aretha Franklin. No hizo falta más. El camino al estudio de grabación ya estaba pavimentado e iba a conducir a Miami.


Miami Soul Machine

No sólo hay espacio para el clan de los Estefan en Miami. Ahí también surgieron a la fama KC & the Sunshine Band o los Bee Gees. Y de antes data una escena soul histórica. Esos veteranos fueron convocados para grabar con Joss Stone. A mediados de 2003 se reunieron en los estudios Criteria de la ciudad, los mismos que Myriam Hernández empleó un par de años antes para su penúltimo disco.

Joss siguió la misma lógica del casting. Lo que hizo es extremadamente simple: como si se tratara de demostrar ante un hipotético jurado de “Rojo” qué era capaz de hacer, tomó puros clásicos de la música soul y los renovó. Ni siquiera estaba en sus planes hacer el disco así. Comenzó como pasatiempo en el estudio de grabación y en cuatro días un disco entero estaba listo y teminado: eso es “The soul sessions” (2003), el primer álbum de Joss Stone.

Además de algunas canciones deliberadamente desconocidas, en el debut de la rubia de Dover es posible reconocer algunos discos eternos que solían y suelen tocar radios como Infinita. “For the love of you”, de los Isley Brothers (esa que dice I wanna be living / for the love of you, entre muchos falsetes) es uno. Otro es un standard de Aretha Franklin, “All the king’s horses”. Y también hay éxitos modernos. “Fell in love with a girl”, una de las canciones de The White Stripes, queda transformado por la señorita Stone en “Fell in love with a boy” gracias a la asistencia del también sensacional grupo de hip-hop The Roots.

Luego de eso ha venido el furor. La chica de dieciséis años que canta canciones de cuatro décadas ha llevado sus sesiones soul por Nueva York, Chicago, California y Canadá entre otros países, estados y ciudades norteamericanos. Le va mejor incluso en EE.UU. que en Inglaterra y Joss Stone se lo toma con conciencia pop histórica. “Me gustaría ser grande en mi país. Pero la mayoría de los artistas ingleses no entran en grande en Estados Unidos, así es que definitivamente lo prefiero de esta manera”, ha dicho.
Y lo que viene ahora es el disco de verdad, con canciones realmente nuevas: esta vez es personal. Sin fecha todavía y previsto para este año, tendrá colaboraciones del productor Nile Rodgers y de Desmond Child, el mismo que escribió para nuestro Luis Jara en 1996. Por mientras, Joss Stone acaba de grabar en abril pasado un nuevo programa del especial de VH1 la señal de MTV para adultos jóvenes “VH1 divas” junto a cuatro señoras y señoritas: Patti LaBelle, Debbie Harry, de Blondie; Cyndi Lauper y la siempre reencarnada Kylie Minogue. Así demostró que literalmente no se anda con chicas. No tiene cómo: entre esas divas, Joss Stone era la más chica de todas.

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