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Función gratuita de ópera “Peter Grimes” mañana martes

Las entradas podrán ser retiradas el mismo día de la función, a partir de las 10.00 hrs., en la entrada del Teatro que da a la calle Tenderini (con un número máximo de dos por persona).

17 de Mayo de 2004 | 17:12 |
SANTIAGO.- Gracias al Patrocinio de la Ley de Donaciones Culturales, se ofrecerá una función gratuita de la ópera “Peter Grimes”, de Benjamin Britten el martes 18 de mayo a las 18.00 hrs. Con la régie del alemán Alfred Kirchner, la escenografía y la iluminación de Ramón López, y el vestuario de Imme Möller. La Orquesta Filarmónica de Santiago será dirigida por el maestro Jan Latham-Koenig.

Las entradas podrán ser retiradas el mismo día de la función, a partir de las 10.00 hrs., en la entrada del Teatro que da a la calle Tenderini (con un número máximo de dos por persona).

El elenco de cantantes será encabezado por el tenor estadounidense Robert Brubaker (Peter Grimes), la soprano inglesa Judith Howarth (Ellen Orford), el barítono estadounidense Christopher Robertson (Capitán Balstrode); el bajo australiano Steven Gallop (Juez Swallow); la contralto chilena Carmen Luisa Letelier (Auntie), la mezzosoprano chilena Claudia Godoy (Mrs. Sedley), el barítono español Joan Martin-Royo (Ned Keene), el tenor Neil Jenkins (Reverendo Adams), el bajo John Tranter (Hobson); la soprano chilena Carolina Ullrich (sobrina 1); la soprano María José Brañes (sobrina 2); y el tenor chileno Jaime Caicompai (Bob Boles).
Musicalmente, la ópera estará en manos del destacado director inglés Jan Latham-Koenig, quien dirigirá la Orquesta Filarmónica de Santiago. A ellos se sumará el trabajo escénico de uno de los régisseurs más importantes del mundo en la actualidad, Alfred Kirchner, especialista en montajes contemporáneos; la escenografía e iluminación de Ramón López y el vestuario, de la diseñadora chilena Imme Möller. Y también el trabajo del maestro preparador invitado Ross Craigmile, quien tuvo a su cargo la preparación musical de los cantantes. Su venida a Chile fue posible gracias al British Council.

Peter Grimes surgió por encargo de la Fundación Koussevitzky, de Estados Unidos, pero fue estrenada en el londinense Sadler Wells Theater el 7 de junio de 1945, sólo un mes después de acabada la Segunda Guerra Mundial. A la euforia del triunfo, se añadió el orgullo que representaba el nacimiento de una nueva ópera inglesa, la primera de categoría mundial desde la muerte de Purcell (1695) o desde la última obra teatral de Händel (1741), si se quiere considerar a éste como compositor inglés. Parecían superados más de dos siglos durante los que Londres, aunque musical y operísticamente relevante, nunca había tenido un compositor de ópera reconocido internacionalmente. De hecho, la obra de Britten se difundió en seguida y puede incluirse entre las pocas de la producción postbélica del Siglo XX que forman parte del repertorio de los teatros de ópera de muchos países.

Hay coincidencia en que la obra cuenta con un tratamiento musical excepcional, con una composición de gran valor y con una singular conexión entre la fuerza musical y la dramática del texto. De hecho, al ser estrenada, causó un gran impacto teatral. Además, es una obra que marcó de manera decisiva la historia de la música inglesa del Siglo XX de pos guerra y hoy, es una de las óperas contemporáneas más representadas en los teatros del mundo (la Temporada pasada lo fue en París, Helsinki, Ámsterdam y Londres, por ejemplo), incluso como obra sinfónica. Sus exigencias para la orquesta, el Coro y los cantantes son enormes.

Britten posee un estilo es nuevo, moderno, conmovedor, muy logrado, inteligente sin ser intelectual, en una línea media entre el verismo y el impresionismo. Utiliza la politonalidad en ciertos momentos, también armonías muy libres y audaces, cuando lo exige el drama; pero en el fondo nunca abandona la tonalidad, pues ha reconocido en ellas la firma columna vertebral de la música occidental. Sin poder calificar la música de Britten de “descriptiva”o “programática”, su riqueza de efectos posee una fuerza inusual; incluso sin escenografía, surge la impresión del mar, de los poderes elementales, del destino inevitable, de la monotonía opresiva, de la sofocante estrechez de los conflictos y pasiones humanos, a partir de los sonidos que Britten crea con una paleta de colores casi inagotables.

La historia transcurre en una aldea de la costa oriental de Inglaterra hacia 1830. El sacerdote anglicano George Crabbe (1754-1832) describió en “The Borough” (literalmente “el burgués”, “el pueblo”) una comunidad de pescadores de la costa oriental de Inglaterra, es decir, de la región natal de Britten. “He pasado la mayor parte de mi vida en la costa y mi niñez estuvo marcada por la furia del mar”, dijo. Fue el mismo Britten quien perfiló el argumento al prestigioso dramaturgo y guionista Montagu Slater, para conseguir de su pluma el libreto deseado.
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