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Jazz con piano 20/5/2004

21 de Mayo de 2004 | 16:02 |
Jazz con piano

Íñigo Díaz 20/5/2004

La figura del pianista parece haber ido en descenso en el jazz chileno. Una suerte de extinción de la especie. Claro, aún operan algunos surgidos en los 60 y 70, como Giovanni Cultrera, Mariano Casanova, Roberto Lecaros, Mario Lecaros, Moncho Romero y Marlon Romero, pero es evidente que la poca disponibilidad de este instrumento en nuestros clubes va contra el formato de la base rítmica con piano. Los nuevos conjuntos prefieren la guitarra como soporte armónico, dada la proliferación de ejemplares que la utilizan en el jazz y la facilidad de traslado.

Mario Feito es uno de los exponentes de una generación mediana en el jazz. Tiene 33 años y se une a otros hombres surgidos en los 90 como Carlos Silva, Gonzalo Palma, Lautaro Quevedo y Américo Olivari. Es uno de los músicos que ha debido ir en busca de un teclado que incorpore el sonido pianístico para poder actuar con rapidez. Por largo tiempo investigó en el formato de trío jazzístico con piano, contrabajo y batería, probando diversos solistas para estos ensambles que son, por cierto, la mínima expresión del combo de jazz.

Hoy ha llegado a un puerto claro, al menos intermedio en esta búsqueda, y ha fichado en su trío estable al contrabajista Nelson Arriagada y al joven baterista Leonardo Mandujano. A ellos se suma el sorprendente saxofonista tenor Cristián Mendoza, salido de los talleres de Marcos Aldana y de las filas de la Universal Orchestra. En consecuencia, un cuarteto con piano ronda por ahí. Actúa semana a semana exponiendo un jazz propio de tendencia post-bop, es decir, un resumen modernizado de distintas líneas estilísticas que tiene como motor fundamental el lenguaje del bop, aunque su amplitud puede pendular entre el swing más atendible a los oídos tonales y el avant-garde exploratorio. Mario Feito es el pianista líder, pero ante todo un compositor. Pone permanentemente su firma en obras para trío bop (La Pichanga, en su versión original), para cuarteto latin jazz (Akimbao) y al mismo tiempo incrementa su propio catálogo de obras doctas.

Se presentó con su nuevo conjunto esta semana en el club El Perseguidor. La música expuesta, entonces, tiene el valor de haber sido escrita por su propio líder. De comienzo a fin, entendiendo por fin que ya no resulta suficiente ni satisfactorio escuchar una y otra vez los mismos standards jazzísticos bien tocados. El adelantado bop prácticamente saca del entorno inmediato a los integrantes de la banda y les permite abstraerse del grupo de comensales algo ignorantes que permanecen entre las mesas charlando a viva voz y ni siquiera tienen la educación de aplaudir a los solistas tras su trabajo personal en cada tema.

Algo que de todas formas -para ellos- no parece tener mayor importancia. El hecho mismo de reunirse a tocar jazz en un formato tan reducido en estructuralmente y a la vez tan amplio en posibilidades de expresión (como el de los cuartetos que hicieron famosos a Thelonious Monk y a John Coltrane) es suficiente para echarse encima dos sets de 50 minutos cada uno. Y luego regresar a sus refugios con la certeza de estar haciendo una música estéticamente potente.

Este cuarteto estará disponible todas las semanas en los diversos espacios del circuito jazzístico capitalino. Recomendamos verlo en acción y sacar conclusiones personales.
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