Ciclo Grandes Pianistas: Magnífico comienzo
Gilberto Ponce 5/20/2004
Miércoles 19 de mayo. Teatro Municipal.
En un teatro absolutamente colmado de público, se dio inicio al décimo ciclo de Grandes Pianistas, que se ofrece en el Teatro Municipal de Santiago. El encargado de la apertura fue el joven y destacado pianista polaco Krzysztof Jablonski, quien a sus 39 años, ya posee una vasta y exitosa carrera internacional.
El ciclo está dedicado este año a Frédéric Chopin y, a juzgar por el interés del público, los viejos y conocidos compositores, siguen atrayendo a multitudes de aficionados que desean volver a encontrarse con obras que, aunque se escuchen frecuentemente, son objeto de un fuerte interés.
Creemos que el solista posee un conjunto de virtudes que hicieron de este concierto algo notable. La Polonesa en La bemol mayor Op. 53 llamada “Heroica”, inició el programa, en la que, desde los primeros compases, se pudo advertir la fuerza y la capacidad del intérprete en obras de Chopin, fraseos y digitación impecables, manejo de dinámicas y “rubatos”, haciendo además aparecer voces que generalmente no se escuchan, hicieron que el público estallara en ruidosos aplausos.
Un mundo de diferencias estableció luego con las sensitivas interpretaciones de los tres Nocturnos que siguieron con el programa. Sutileza poética en la primera sección del Op. 27 Nº 1, a la que sucede esa contrastante sección central, con todos sus arranques de pasión, volviendo luego a la calma del comienzo, que incluye ese final que nos anuncia luz después de la tormenta. Transparencia y melancolía, al comienzo del Op. 27 Nº 2, que discurren hacia complejidades rítmicas, y de interpretación, fueron resueltas con maestría, en cuanto a concepto de desarrollo. El severo inicio del Op. 48 Nº 1, que luego se transforma en un ímpetu casi salvaje, con todas esas sucesiones de pasajes en octavas, que luego se desdoblan en una variación del primer tema, encontraron en Jablonski un intérprete en la plenitud de sus condiciones, en el manejo técnico e interpretativo, que provocaron ruidosas manifestaciones de aprobación.
La primera parte concluyó con la interpretación de la Polonesa en Fa sostenido menor, que al igual que en el caso de la “Heroica”, nos muestra la nostalgia por patria lejana y sometida. Para no abundar, sólo diremos que fue una versión que logró plasmar esos sentimientos, como si las dificultades no existieran.
Las Mazurkas, que iniciaron la segunda parte, son piezas breves, que obligan a una verdadera síntesis interpretativa, pues en un tiempo muy corto el intérprete debe mostrar el íntimo mundo propuesto por Chopin, el que además es diferente en cada una de ellas. La aproximación del solista fue muy adecuada, logrando, para la serie del Op. 24 que ofreció, una impecable interpretación.
Sin embargo las excelencias no habían terminado. Para finalizar, Jablonski ofreció una espléndida versión de la Sonata en Si menor Op. 58, obra de tremendas exigencias, tanto de interpretación como técnicas. Sus cuatro movimientos son una verdadera sucesión de dificultades, resueltas magistralmente por el pianista.
Las sinuosidades del Allegro Maestoso, las tremendas dificultades del Scherzo, que requieren de una claridad extrema en su digitación, a la serenidad del Largo, concluyendo en el conocido Finale, fueron una verdadera síntesis de las cualidades mostradas por este notable pianista polaco.
Ante las aclamaciones del público se vio obligado a ofrecer dos encores.