Mario Córdova
(31/05/2004)
No en una jornada, como se suponía que iba a ser, sino en la suma de dos días seguidos con programas diferentes, la sexta fecha la Temporada Filarmónica del Teatro Municipal ofreció la interpretación íntegra de los seis Conciertos Brandenburgueses de J. S. Bach por la agrupación "Concerto Italiano", conducida por Rinaldo Alessandrini.
De la exitosa anterior venida del conjunto, de su abundante y premiada discografía, y más aun, de su unión al tan popular ciclo anunciado, había altas expectativas para esperar del evento un gran acontecimiento artístico.
Sin embargo, la sorpresiva partición hizo que fuera muy poco el público que tomó el peso al cargamento musical completo; y quienes sí tuvieron la posibilidad de hacerlo habrán de dar fe de que los resultados fueron disparejos de un día a otro.
El jueves se ofrecieron los conciertos N 3, N 6 y N 1 más tres breves sinfonías de cantatas de mismo Bach, con no pocas sombras en los rendimientos alcanzados por el grupo visitante. Más allá de entrar a juzgar un sonido de proyección muy limitada, la desbocada rapidez asignada al movimiento final del Concierto N 3 u otras características del enfoque dado a estas obras, debe señalarse que hubo claras fallas de forma que gravitaron demasiado.
Estuvo, por ejemplo, el sonido casi imperceptible del clavecín (desde el cual Alessandrini efectúa la dirección) y estuvieron también unas violas y unos cornos no afinados ni cohesionados en los Concierto N 6 y N 1, respectivamente. Pero estuvo rondando además o un dejo de cansancio en los músicos, o una falta de familiaridad de ellos con las condiciones acústicas de la sala, capaces de mermar una entrega que debía ser mejor.
El viernes mostró cambios significativos. Venían los Brandenburgueses faltantes más otras tres sinfonías de cantatas con temas de los conciertos del día anterior. Ahora todo anduvo mejor, partiendo por un excelente N 5, donde entre una entera cohesión grupal brilló la extensa cadenza solista de Alessandrini en un clavecín que ya se oía más. El Concierto N 4 fue acaso el mejor momento de toda la serie, con una versión realmente poética y unas flautas dulces excepcionales. Para el final, el Concierto N 2 traía bajo la manga un magistral trompetista, quien en un instrumento antiguo (sin llaves) no sólo debe soplar sino.... entonar cada nota.
Con tan magníficas versiones, indudablemente brilló por completo la luz en un Festival Bach que había partido nublado.