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Festival Bach 28/5/2004

01 de Junio de 2004 | 13:27 |
Festival Bach

Gilberto Ponce 28/5/2004

El sexto concierto de la Temporada del Teatro Municipal contó con la especial participación de Concerto Italiano, grupo de cámara, que usa instrumentos antiguos en sus conciertos, y que es dirigido desde el clavecín por Rinaldo Alessandrini.

El número fuerte en sus dos conciertos en Santiago, son los famosos seis “Conciertos Brandemburgueses” de Johann Sebastian Bach, que fueron agrupados en dos ciclos de a tres, alternándose con sinfonías de algunas de sus cantatas. En el programa del día 27 se escucharon el Nº l el 3º y el 6º.

Difícil es decir cuándo se terminará la discusión en torno a cuál es la forma de interpretar a Bach, pues en ella encontramos partidarios del ascetismo más riguroso, reduciendo los medios instrumentales al mínimo, hasta aquellos que piensan que Bach habría estado encantado con la sonoridad de los instrumentos modernos.

Cualquiera que sea la verdad en esta discusión, se deben resguardar ciertos parámetros, como los equilibrios instrumentales y no buscar interpretaciones inútilmente virtuosas en velocidad o articulaciones. Existe consenso en que Bach, como hombre sencillo que fue, no andaba tras lo espectacular. Siempre trató de ser honesto, tanto en su mensaje musical, como en su conducta de vida.

Estas consideraciones las hago a propósito del conjunto italiano que nos visita, se trata en general de muy buenos instrumentistas, que poseen un enfoque “ascético” en sus interpretaciones, tornándose a veces frías, a pesar de lo buenas que sean. Estimamos que las maderas tienen una sonoridad bastante mayor que las cuerdas, produciéndose en ocasiones desequilibrios sonoros, dejando en claro que son excelentes músicos. Esta sería responsabilidad del director, quien debe velar por los equilibrios.

Esto es más notorio cuando intervienen las “trompas de caza”, que tienen gran sonoridad, aunque muy débiles en afinación, reconociendo la dificultad que implica tocar esos instrumentos, que no poseen llaves ni válvulas de ninguna naturaleza, para producir las notas, quedando libradas estas a la habilidad de los instrumentistas, cuestión particularmente notoria en el Brandemburgués Nº 1, donde resultaron estentóreas y fuera de tiempo en varios pasajes.

Consideramos que su versión del sexto concierto fue demasiado austera, y por la cantidad de instrumentos utilizados, resultó falta de brillo, particularmente en el hermoso Adagio.

Los tempi tomados, generalmente en los allegros, fueron excesivamente rápidos, siendo más virtuosos que musicales.

Entre los aciertos encontramos la férrea unidad y fraseos del Concierto Nº 3, de una claridad pasmosa, a pesar de la velocidad del allegro final.

Las Sinfonías de las Cantatas, gozaron de una interpretación musical y expresiva, con una excelente Laura Pontecorvo en flauta travesera barroca, en estupendos diálogos con Francesca Vicari en primer violín, en la sinfonía de la Cantata 209, o la estupenda versión de las maderas y violines en la de la Cantata Nº 42. Notables fueron los diálogos entre las cuerdas y el trío de oboes, para la sinfonía de la Nº 35.

Aunque parezca curioso, no fueron los Conciertos Brandemburgueses los que despertaron el mayor entusiasmo; tal vez por los manierismos, que desconcertaron un tanto al público.

Sin duda, existe un exhaustivo estudio en la búsqueda de nuevos rumbos interpretativos, pero no siempre estos llegan a buen puerto.

La visita fue un aporte interesante a las temporadas musicales de Santiago; en particular por haber ofrecido la oportunidad de escuchar en dos días el ciclo completo de los seis Conciertos Brandemburgueses. Apreciamos a un conjunto que realiza una labor de investigación interpretativa, que nos puede dejar satisfechos, en mayor o menor medida.
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